Mil emociones, culpas, ayes y confesiones

Son tres mujeres. Tienen en común que la vida las ha tratado una veces con mano de seda y otras las ha estremecido. Conocen el amor, el desamor, la lealtad y deslealtad. Saben, de primera mano, que viven en una sociedad que no mide con la misma vara a hombres y mujeres. Estas, muchas veces suelen ser estigmatizadas. Gratis.

Son tres mujeres las que cuentan su pasado, hablan de distintas facetas, de claroscuros en su vida. Son tres mujeres las que interpretan Isabel Burgos, Stella Lauri y Enithzabel Castrellón en ‘Divorciadas, evangélicas y vegetarianas’ que se presentó este marte 16 y miércoles 17 de enero en Teatro La Estación, en una breve, pero no menos divertida segunda temporada que la concurrencia disfrutó

Con dirección de Edwin Cedeño, las actrices nos muestran a tres mujeres que son amigas, pero a veces se hieren de tal forma que parecen enemigas. Mujeres que son conscientes de que así como están en desventaja en muchas áreas en otras pueden sentirse seguras de que lo están haciendo bien.

Las de ‘Divorciadas, evangélicas y vegetarianas’ son mujeres con dudas, con problemas, con cicatrices, unas visibles y otras invisibles. Son ricas en virtudes y talentos. Aunque algunos no los hayan desarrollado del todo o no se les haya brindado la oportunidad de dejarlos aflorar. Mujeres que todavía están en esa búsqueda, no terminan de encontrarse. Mujeres que no quieren ser blanco de la insensibilidad de otras ni de los hombres.

Las féminas de ‘Divorciadas, evangélicas y vegetarianas’ tienen en común también una fortaleza interior que les impide darse por vencidas y siguen librando esa batalla interna y externa de la que, el tiempo lo dirá, saldrán o no airosas, según la manera de definir el éxito ellas y los demás.

Gustavo Ott, dramaturgo venezolano escribió esta obra en 1989. Y sigue haciendo reír como entonces. Esta es la cuarta vez que se presenta en Panamá.