Viva - 04/4/14 - 10:03 AM
Papa Francisco le da una espera de lapislázuli a la reina Isabel como regalo para su bisnieto Jorge
La reina Isabel conoce por primera vez al papa Francisco.
Redacción
Web
La reina Isabel II visitó Roma durante cinco horas, un viaje en el que almorzó con el presidente italiano, Giorgio Napolitano, y en el que conoció, por primera vez, al papa Francisco, con quien se reunió a puerta cerrada durante veinte minutos.
La soberana británica llegó al aeropuerto capitolino de Ciampino junto a su marido, el duque de Edimburgo, para acudir, acto seguido, a la residencia de Napolitano para mantener un almuerzo.
Tras el ágape, la reina y su esposo se dirigieron hacia el Vaticano, lugar que no visitaban desde el año 2000, cuando Isabel II, cabeza de la Iglesia Anglicana, se reunió con el papa Wojtyla.
A pesar de que el encuentro con el pontífice estaba programado para las 3:00 de la tarde, la pareja llegó finalmente a la Santa Sede con 23 minutos de retraso por lo que la reina se disculpó ante Bergoglio asegurando que estaban manteniendo "un almuerzo muy agradable con el presidente".
Sin embargo, el papa les recibió dándoles una escueta bienvenida en inglés -"welcome"- que precedió al clásico intercambio de regalos, que se produjo, al igual que la audiencia, en la oficina del papa en el aula Pablo VI, aledaña a la basílica de San Pedro del Vaticano.
En esta ocasión, Bergoglio le confió a la soberana y a su marido un regalo para su bisnieto, Jorge, hijo de Guillermo y Catalina duques de Cambridge, que cumplirá su primer año el próximo julio.
El regalo, que fue presentado por el papa en español con un "es para el nieto", consistió en una esfera de lapislázuli que representa al mundo y, sobre ella, una cruz en plata que representa la fe que prima sobre todas las cosas.
La esfera estaba apoyada sobre un disco de plata con la inscripción "A su Alteza Real, el príncipe Jorge de Cambridge".
A Isabel II, Bergoglio le regaló un facsímil de un documento conservado en el Vaticano y con el que el papa Inocencio XI introdujo en 1679 el culto de San Eduardo "El Confesor", rey de Inglaterra entre el año 1043 y el 1066, antepasado de la monarca y fundador de la abadía londinense de Westminster, donde permanece enterrado.
Al Duque de Edimburgo, que dijo conocer bien la historia de San Eduardo, el papa le entregó un tríptico con las monedas de su pontificado.
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La reina Isabel II visitó Roma durante cinco horas, un viaje en el que almorzó con el presidente italiano, Giorgio Napolitano, y en el que conoció, por primera vez, al papa Francisco, con quien se reunió a puerta cerrada durante veinte minutos.
La soberana británica llegó al aeropuerto capitolino de Ciampino junto a su marido, el duque de Edimburgo, para acudir, acto seguido, a la residencia de Napolitano para mantener un almuerzo.
Tras el ágape, la reina y su esposo se dirigieron hacia el Vaticano, lugar que no visitaban desde el año 2000, cuando Isabel II, cabeza de la Iglesia Anglicana, se reunió con el papa Wojtyla.
A pesar de que el encuentro con el pontífice estaba programado para las 3:00 de la tarde, la pareja llegó finalmente a la Santa Sede con 23 minutos de retraso por lo que la reina se disculpó ante Bergoglio asegurando que estaban manteniendo "un almuerzo muy agradable con el presidente".
Sin embargo, el papa les recibió dándoles una escueta bienvenida en inglés -"welcome"- que precedió al clásico intercambio de regalos, que se produjo, al igual que la audiencia, en la oficina del papa en el aula Pablo VI, aledaña a la basílica de San Pedro del Vaticano.
En esta ocasión, Bergoglio le confió a la soberana y a su marido un regalo para su bisnieto, Jorge, hijo de Guillermo y Catalina duques de Cambridge, que cumplirá su primer año el próximo julio.
El regalo, que fue presentado por el papa en español con un "es para el nieto", consistió en una esfera de lapislázuli que representa al mundo y, sobre ella, una cruz en plata que representa la fe que prima sobre todas las cosas.
La esfera estaba apoyada sobre un disco de plata con la inscripción "A su Alteza Real, el príncipe Jorge de Cambridge".
A Isabel II, Bergoglio le regaló un facsímil de un documento conservado en el Vaticano y con el que el papa Inocencio XI introdujo en 1679 el culto de San Eduardo "El Confesor", rey de Inglaterra entre el año 1043 y el 1066, antepasado de la monarca y fundador de la abadía londinense de Westminster, donde permanece enterrado.
Al Duque de Edimburgo, que dijo conocer bien la historia de San Eduardo, el papa le entregó un tríptico con las monedas de su pontificado.