Sensores para proteger a los ancianos
``Es un seguro en caso de que algo suceda'', dice Bob Harrison, de 85 años, sobre los monitores que prueban en su apartamento, en la comunidad de retirados TigerPlace en Columbia, Misurí.
Washington
AP
Nuevos sensores de movimiento en las paredes o debajo del colchón podrían significar no tener que visitar a mamá o papá todas las mañanas para saber cómo están las cosas en casa. Algún día, los sensores tendrán la capacidad de alertar automáticamente al primer indicio de problemas antes de que un ser querido de la tercera edad se enferme o sufra una caída.
En este momento avanzan las investigaciones con dispositivos de alta tecnología que prometen ofrecer una nueva red de seguridad para las personas mayores que deciden vivir solas durante el mayor tiempo posible.
``Es un seguro en caso de que algo suceda'', dice Bob Harrison, de 85 años, sobre los monitores que prueban en su apartamento, en la comunidad de retirados TigerPlace en Columbia, Misurí.
La mayoría de las personas desea vivir en casa los últimos años de su vida. En Estados Unidos, a las personas mayores de 40 años les preocupa perder su independencia cuando se les afecte la memoria, según una encuesta reciente de The Associated Press-NORC Centro de Investigaciones de Asuntos Públicos.
Cosas normales como agarrarse de manijas especiales en el baño y alisar las alfombras para evitar caídas pueden mejorar la seguridad en el hogar cuando las personas mayores tienen que hacer frente a enfermedades crónicas. En este campo la tecnología es la próxima frontera, muy diferente de los transmisores de emergencia que los ancianos usan a veces para solicitar auxilio.
Muchas compañías ya ofrecen paquetes de supervisión que incluyen sensores de movimiento en la puerta, en el sillón favorito, incluso en el refrigerador, y envían una alerta a la familia si ha habido poca actividad en cierto período de tiempo. Otros dispositivos pueden hacer que cajas especiales para medicamentos suenen cuando es la hora de tomar la dosis, y enviar un mensaje de texto a la persona encargada de cuidar al anciano si no la toma, o apagar la estufa si lleva mucho tiempo encendida.
Pero los investigadores de la Universidad de Misurí planean ir más allá: sus experimentos muestran que la supervisión automática puede detectar cambios _como exceso de movimiento en la cama, o ninguna actividad durante el día_ que ocurre entre 10 días y dos semanas antes de una caída o la necesidad de ir al médico a la sala de emergencias.
``Estamos asombrados de poder detectar todo esto'', dijo Marilyn Rantz, profesora de Enfermería y especialista en personas de la tercera edad que viven solas, quien dirige las investigaciones. Ella lo compara con ``un signo vital de la función física''.
¿Cómo funcionarían estos dispositivos? El monitor debajo del colchón puede medir el pulso y la respiración para determinar si una persona con insuficiencia cardíaca empeora antes de que alguien se dé cuenta de que le falta la respiración. Si la persona se levanta más para ir al baño por la noche, eso puede indicar el comienzo de una infección en el tracto urinario.
Otros cambios, como dar pasos más cortos y con más lentitud, puede indicar el aumento del peligro de una caída. Los sensores normales de movimiento no pueden detectar eso. De manera que el equipo de Rantz adaptó una cámara Kinect 3-D, de the Microsoft, creada para los juegos de video, para medir los cambios sutiles al caminar. (Sí, también puede identificar a los visitantes).
Los investigadores instalaron el paquete de sensores en apartamentos de la comunidad TigerPlace, afiliada a la universidad, y en un complejo residencial para personas mayores en Cedar Falls, Iowa. Las enfermeras de plantilla reciben mensajes automáticos sobre los cambios en la actividad de los pacientes. Un estudio concluyó que después de un año las personas que aceptaron ser supervisadas funcionaban mejor que el grupo de control no supervisado, presumiblemente porque las enfermeras intervinieron más rápido ante las señales de peligro, dijo Rantz.
La gran interrogante ahora es si simplemente alertar a un familiar, no a una enfermera, también pudiera ayudar. Con una donación de los Institutos Nacionales de Salud, Rantz comenzará a ampliar la investigación para determinar cómo funciona la supervisión en diferentes entornos, y esta vez los participantes pueden decidir si desean que un familiar reciba también las alertas.
El precio de los sensores es un factor a tener en cuenta. Aunque los precios ya han comenzado a bajar, los que hay en el mercado oscilan entre 70 y varios cientos de dólares, más la tarifa mensual de supervisión.
AP
Nuevos sensores de movimiento en las paredes o debajo del colchón podrían significar no tener que visitar a mamá o papá todas las mañanas para saber cómo están las cosas en casa. Algún día, los sensores tendrán la capacidad de alertar automáticamente al primer indicio de problemas antes de que un ser querido de la tercera edad se enferme o sufra una caída.
En este momento avanzan las investigaciones con dispositivos de alta tecnología que prometen ofrecer una nueva red de seguridad para las personas mayores que deciden vivir solas durante el mayor tiempo posible.
``Es un seguro en caso de que algo suceda'', dice Bob Harrison, de 85 años, sobre los monitores que prueban en su apartamento, en la comunidad de retirados TigerPlace en Columbia, Misurí.
La mayoría de las personas desea vivir en casa los últimos años de su vida. En Estados Unidos, a las personas mayores de 40 años les preocupa perder su independencia cuando se les afecte la memoria, según una encuesta reciente de The Associated Press-NORC Centro de Investigaciones de Asuntos Públicos.
Cosas normales como agarrarse de manijas especiales en el baño y alisar las alfombras para evitar caídas pueden mejorar la seguridad en el hogar cuando las personas mayores tienen que hacer frente a enfermedades crónicas. En este campo la tecnología es la próxima frontera, muy diferente de los transmisores de emergencia que los ancianos usan a veces para solicitar auxilio.
Muchas compañías ya ofrecen paquetes de supervisión que incluyen sensores de movimiento en la puerta, en el sillón favorito, incluso en el refrigerador, y envían una alerta a la familia si ha habido poca actividad en cierto período de tiempo. Otros dispositivos pueden hacer que cajas especiales para medicamentos suenen cuando es la hora de tomar la dosis, y enviar un mensaje de texto a la persona encargada de cuidar al anciano si no la toma, o apagar la estufa si lleva mucho tiempo encendida.
Pero los investigadores de la Universidad de Misurí planean ir más allá: sus experimentos muestran que la supervisión automática puede detectar cambios _como exceso de movimiento en la cama, o ninguna actividad durante el día_ que ocurre entre 10 días y dos semanas antes de una caída o la necesidad de ir al médico a la sala de emergencias.
``Estamos asombrados de poder detectar todo esto'', dijo Marilyn Rantz, profesora de Enfermería y especialista en personas de la tercera edad que viven solas, quien dirige las investigaciones. Ella lo compara con ``un signo vital de la función física''.
¿Cómo funcionarían estos dispositivos? El monitor debajo del colchón puede medir el pulso y la respiración para determinar si una persona con insuficiencia cardíaca empeora antes de que alguien se dé cuenta de que le falta la respiración. Si la persona se levanta más para ir al baño por la noche, eso puede indicar el comienzo de una infección en el tracto urinario.
Otros cambios, como dar pasos más cortos y con más lentitud, puede indicar el aumento del peligro de una caída. Los sensores normales de movimiento no pueden detectar eso. De manera que el equipo de Rantz adaptó una cámara Kinect 3-D, de the Microsoft, creada para los juegos de video, para medir los cambios sutiles al caminar. (Sí, también puede identificar a los visitantes).
Los investigadores instalaron el paquete de sensores en apartamentos de la comunidad TigerPlace, afiliada a la universidad, y en un complejo residencial para personas mayores en Cedar Falls, Iowa. Las enfermeras de plantilla reciben mensajes automáticos sobre los cambios en la actividad de los pacientes. Un estudio concluyó que después de un año las personas que aceptaron ser supervisadas funcionaban mejor que el grupo de control no supervisado, presumiblemente porque las enfermeras intervinieron más rápido ante las señales de peligro, dijo Rantz.
La gran interrogante ahora es si simplemente alertar a un familiar, no a una enfermera, también pudiera ayudar. Con una donación de los Institutos Nacionales de Salud, Rantz comenzará a ampliar la investigación para determinar cómo funciona la supervisión en diferentes entornos, y esta vez los participantes pueden decidir si desean que un familiar reciba también las alertas.
El precio de los sensores es un factor a tener en cuenta. Aunque los precios ya han comenzado a bajar, los que hay en el mercado oscilan entre 70 y varios cientos de dólares, más la tarifa mensual de supervisión.