Sintió mucha rabia hacia Dios
Hoy se celebra la tan esperada marcha del orgullo gay en Panamá, y ante esto el activista por los derechos de los homosexuales Ricardo Beteta Bond, presidente de la Asociación Hombres y Mujeres Nuevos de Panamá, visitó las instalaciones de Grupo Epasa y a “vox populi” reveló muchas anécdotas, secretos y cómo ha transcurrido su vida.
Los 57 años de edad de esta figura pública están llenos de historias, algunas felices y otras tristes, pero que al final han moldeado la personalidad de este personaje controversial de la sociedad panameña.
Para los que no sabían, Beteta es hijo de madre jamaiquina, de padre chiricano de raíces nicaragüenses, vivió en Panamá hasta los 13 años de edad, se fue a Nueva York y retornó a suelo patrio a sus 26 años. Tuvo que regresar porque no podía estar bajo la visa de su madre, no podía reclamar y, por lo tanto, decidió independizarse y venir a Panamá.
Estando en Nueva York entró en contacto con la cultura gay, participó de las primeras marchas del orgullo gay, pasó por momentos traumáticos, pues estando allá vio cuando empezó la epidemia del VIH, era muy joven y vio cómo sus amigos cercanos morían; revela que no se sabía si era una bacteria u hongo, ”fue un ambiente de pánico y muy doloroso para mí”, expresó.
Cuenta que hay personas que no gustan de él por ser gordo. ”Soy homosexual desde niño, tenía clara mi orientación sexual desde los 7, 8 o 9 años. Te puedo decir que mi familia me puso en terapias por reconversión y bajo tratamiento de electrochoque, puedo dar muchos testimonios, y eso nunca funcionó”, reveló.
Agregó que desde niño bailaba ballet, nunca lo ocultó. Pero lo más impactante que reveló es que cuando niño fue muy afeminado y le trajo muchos problemas, “bullying”, fue golpeado por muchachos y hasta fue violado dos veces siendo niño. ¡Santo!
Beteta dijo que ha tenido una sola pareja en toda la vida y fue de 3 años y medio. “He tenido muchos amigos sexuales, eso sí, pero pareja no, estoy soltero”, indicó.
Te puedo decir que de niño creía en Dios. De niño tuve una relación muy tortuosa con Dios, me preguntaba ¿por qué Dios me castiga con la homosexualidad?, ¿por qué me hizo homosexual?, no podía poner ese tema de Dios y mi orientación sexual. En la adolescencia me olvidé de ese tema. Decirte que era ateo no te lo puedo decir. Yo le tenía mucha rabia a Dios, ¿por qué Dios me hizo homosexual?, ¿quién quiere ser rechazado?, ¿quién quiere ser objeto de violencia?, ser constantemente sometido a la discriminación, tenía mucha rabia. Pero mi mamá siempre fue una mujer espiritual. Mi madre y yo éramos muy inchipinchi, siempre le llevaba que si los cristales, que si los rayos violetas, etc., Siempre iba como lazarillo con ella, y de repente fui a India con ella y conoció a un maestro y, de repente, hice las paces con Dios”, narró Beteta.
Por último, manifestó que nunca se planteó ser activista, porque nunca se ha considerado la mejor persona para hacer activismo. “La visión que tenía era más bien de docencia, de bienestar de nosotros como gay de una manera global, pero llegó un momento y fuimos invitados a eventos internacionales y de ahí comenzó a formarse la asociación poco a poco, hasta que nos sugirieron que buscáramos la personería jurídica, porque de otra manera no podíamos tener financiamientos, y es ahí donde me vi en la obligación de dar la cara”, concluyó.