La violencia étnica continúa recrudeciéndose en el valle del Rift, al oeste de Kenia, donde otras 16 personas perdieron la vida, mientras el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, prosigue sus esfuerzos de mediación en la crisis postelectoral que sufre el país.
Durante la pasada madrugada, la Policía encontró catorce cadáveres en Naivasha (a 80 kilómetros al noroeste de Nairobi) que, según testigos oculares, presentaban "heridas atroces", probablemente causadas por machetes.
Horas más tarde otra persona murió lapidada en la misma ciudad y una más en Eldoret, ambas víctimas también de los choques étnicos que, según un miembro de la oposición, "han convertido el oeste de Kenia en un infierno".