Los panameños que hemos visto los noticieros durante la última semana hemos visto con asco cómo algunos restaurantes populares, y otros no tan populares, han sido sorprendidos en faltas higiénicas y sanitarias que le revolverían el estómago a cualquiera.
Desde carnes y aves podridas exhibidas para la venta, hasta roedores muertos en las instalaciones han sido mostrados en las pantallas de televisión y también en todos los periódicos.
Es bueno que el Ministerio de Salud haya echado luz a lo que sucede en varios locales de expendio de comida en el país, no sólo para comenzar a presionar a los propietarios de restaurantes que incumplen con los estándares sanitarios que todos los comensales esperan, sino para despertar en los panameños la conciencia de reclamar por sus derechos como consumidores.
Es cierto que en Panamá está poco desarrollada la cultura del servicio al cliente, pero también es cierto que muchos panameños suelen aguantarse esas groserías con que a veces son tratados en locales, buses, oficinas públicas y restaurantes.
El panameño por lo general no reclama ni exige por sus derechos. Algunos incluso dejan las cosas correr, aunque estén siendo estafados o su vida esté corriendo peligro.
En la medida en que no nos dejemos engañar por los empresarios inescrupulosos, que son sólo algunas unidades, menos necesario serán operativos como los del ministerio de salud, o la Autoridad de Defensa del Consumidor.