Hasta hace poco tiempo, no existía evidencia científica que determinara que consumir grandes cantidades de vitamina E y otros antioxidantes redujera el riesgo de padecer males como el de Alzheimer. Sin embargo, recientes estudios aseguran que se podría vincular el consumo de estos nutrientes y la disminución del riesgo de contraer este mal.
También se ha comprobado que suplementos de vitaminas E y D han mostrado un significativo efecto protector contra problemas de memoria y pérdida de la capacidad mental, así como contra la pérdida de la función cognitiva deteriorada a partir de la aterosclerosis o taponamiento de las arterias.
El estudio revela que los antioxidantes son uno de los diez mejores caminos para preservar la memoria, ya que protegen a las células cerebrales de los radicales libres, tóxicos resultantes de la oxidación.
Las restantes vías para prevenir la pérdida de la memoria son:
- Seguir una dieta baja en grasas.
- Realizar actividad física.
- Mantener la estimulación mental.
- Reducir el estrés.
- Ingerir alimentos con vitaminas del complejo B.
- Consumir pescado y aceite de oliva.
- Hacer uso de los poderes terapéuticos del ginkgo biloba.
- Realizar tratamientos con estrógenos.
- Tener "saludables relaciones" con las personas.
- Bajar el colesterol y la presión sanguínea.
Es sabido que el bajo colesterol y la baja presión previenen la aparición de enfermedades cardíacas, pero desconocíamos que el aumento del colesterol pudiera significar un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer. Esto se debería, según los estudios, a la destrucción de células nerviosas en el cerebro.
Es posible concluir, entonces, que lo que resulta malo para el corazón lo es para el cerebro. Es necesario prestar atención a los factores de riesgo asociados a enfermedades cardíacas para evitar también el mal de Alzheimer. Así como recurrir a la misma prevención: el consumo de antioxidantes como las vitaminas A, C y E, los medicamentos antiinflamatorios y el ejercicio, aseguran los expertos.
También, cabe destacar que las terapias de reemplazo hormonal que se aplican en mujeres postmenopáusicas aún no constituyen un factor de retraso de la aparición del mal de Alzheimer, pero el estrógeno es bueno para controlar el colesterol, lo cual termina siendo beneficioso para el cerebro.
UNA ENFERMEDAD INCIERTA
Las causas del mal de Alzheimer son desconocidas, pero sus síntomas son reales: pérdida de la memoria y de la capacidad para razonar y comunicarse, cambios repentinos de conducta, pérdida del control urinario y de las funciones físicas como caminar o sentarse, y eventualmente, la total dependencia.
Las personas que sufren este devastante mal presentan una acumulación de una sustancia viscosa llamada amiloide, proveniente de una proteína -la A-beta-, que se acumula alrededor de las células nerviosas y en los vasos sanguíneos del cerebro. Las células sanas de todo el cuerpo producen esta sustancia, pero en personas con Alzheimer producen más de lo que el cerebro puede controlar.