El amor a la madre no debe ser medido. El sólo hecho de darte la vida, de cuidarte durante los nueve meses de gestación, amamantarte y protegerte después de haber nacido es motivo para vivir agradecido, para toda la vida. De allí, que el lazo que te une a tu madre nunca debe romperse ni ser condicional.
Esta semana acompañaba a mi madre al médico, debido a unas dolencias que presenta, y logré vivir situaciones que, a mí como hija, se me hacían difícil creer. Cómo puede ser posible que una hija, viviendo a pocos kilómetros de su madre, como diría uno, de la ceja al ojo, se pueda olvidar de los seres que le dieron la vida, y que hoy gracias a ellos es una profesional. Una profesional que para llegar a su puesto de trabajo tiene que pasar por la casa de sus padres, y no lo hace.
Historias reales en las que los hijos olvidan a sus padres, los anteponen por intereses personales. Expresiones como: "Soy una profesional, aprovecho las vacaciones para capacitarme, y además estudio una maestría, por ello no puedo estar pendiente de mi mamá". Que justificación tan vaga y con tan poca sustentación.
Me surge una interrogante, �será que en el pasado estas personas cometieron, como humanos que somos, errores que hoy sus hijos y familiares se lo están facturando?
Yo, que he trabajado de cerca con adultos mayores he adquirido una gran enseñanza, que espero aplicar cuando ingrese a esas filas. He aprendido que ...con mi jubilación nadie se meta. Cuántos padres y abuelitos tienen hoy día sus salarios de jubilados comprometidos hasta los 80 años, por querer ayudar a sus hijos y cubrir con los gastos de sus nietos. Ese será otro tema que próximamente trataré. Por lo pronto, quiero concluir, pidiéndole a los hijos e hijas que valoren a sus padres y los quieran y atiendan hasta el último día de sus vidas, una vez nuestro creador decide llamarlos a su presencia, no podrán dar marcha atrás, y será tarde para recriminarse, por lo que pudieron hacer y no hicieron. Sólo queda esperar la justicia divina, pues lo que se da, igual se revierte.