El pelao de diez años caminaba hacia su casa en una de las calles de David, Chiriquí. Disfrutaba de un helado. Entonces se aparecieron unos jóvenes con por lo menos cinco años más que el niño. Se burlaron y le tumbaron el helado.
En otra ocasión, venía en su bicicleta y los "pichones" de pandilleros lo hicieron caer.
Y el otro día les pegaron "patadas" cuando estaba en el suelo...
Esto sucedió y seguramente adultos y parientes de los futuros delincuentes juveniles no intervinieron ni regañaron a los abusivos.
Tal hecho se da, a pesar de que hay disposiciones legales que obligan a los adultos a evitar y controlar peleas de niños.
Cuando era niño, también había estos abusos de "mayuyones". En Estados Unidos, Inglaterra y otros países "desarrollados" ocurre este abuso. Le han llamado "Buyin" (espero que se escriba así).
En Río Abajo, donde pasé mi niñez, al que era molestado y golpeado le decían que "lo tenían de "congo".
La Policía de Menores de Chiriquí realiza rondas por los barrios, para impedir situaciones negativas entre chiquillos. Pero no ha podido controlar ese abuso. Hay padres que tienen miedo que si denuncian a los abusadores adolescentes, después sean víctimas de presiones y ataques.
En muchas calles de Panamá se están dando estas situaciones, que realmente son "semillas de maldad".
Si no se pone fin al abuso hacia niños, podrán darse respuestas de los agredidos que alterarán la convivencia pacífica del barrio.
Se sabe que en el país hay más de doscientas pandillas y la mayoría de sus miembros son menores de edad. No me extrañaría que algunos comenzaron tomando de "congo" a un niño de menos edad.
Los padres de familia tienen responsabilidad sobre la conducta de los hijos.
No está de más sugerir que haya penas hasta de cárcel, cuando un adulto permita (y hasta estimule) peleas entre menores de edad.
Que no vengan con el cuento que "es una broma", "son cosas de chiquillos".
Si leemos la historia de los grandes mafiosos de Estados Unidos, veremos que la mayoría comenzó a violar la ley desde que eran pequeños.
Añada que hasta los adultos pueden agarrarse a puños por culpa de las "travesuras" de sus hijos.
