Por fin me animé y comencé a escribir algunas líneas. Durante dos años he pensado en el título y más en el significado de esta columna. Hablar sobre temas sensibles como la muerte y despedir a personas sobresalientes o estimadas por esta causa, es aceptar el paso de una época.
Cada persona reacciona distinto ante este hecho. En mi caso no siempre es fácil. Sin embargo, no es correcto dejar de resaltar el valor y talento de hombres y mujeres de bien.
En cada lugar de este país permanecen las huellas de estas personas, dejadas a través de sus obras y enseñanzas. Lo menos que podemos es aprender y preservar lo positivo de ellas. Citar en lo personal, a seres como Guillermo Ríos-Duggan, Luis Alfonso, Marisol Yolanda Calvo, Arnulfo Ríos, Isaac Ordóñez, Higinio Jiménez, Próspero Vargas, Magdaleno Sánchez comunicadores de valía en Chiriquí es hacer historia de una época.
Igualmente meditar en el quehacer de hombres de estatura moral como el Ing. Kaiser Bazán y el Dr. Carlos Iván Zúñiga reafirman la urgencia que Panamá tiene de una nueva época de estadistas.
El mundo siempre está en movimiento. A pesar de esta regla de transformación, en nuestra nación el producto político ha desmejorado su calidad. Hay que aceptar que el ambiente de consumo que nos agobia lleva a las comunidades a dejarse engañar por lo bonito de la fachada.
Conocer las razones por las que nuestros prohombres y mujeres se destacaron en distintas épocas, hará entender a los panameños que una nación es completa cuando se comprende la razón de ser de una época. Sus ideales, decisiones y destino lleva la fuerza del pensamiento de los que luchan por sus convicciones.
Sin buscar un sentido electoral, el tema de las épocas es amplio en los detalles que dan significado a las mismas. Por eso los panameños tenemos que aprender ya sea en arte, ciencia o letras, las épocas son el reflejo de nuestro amor por la patria, hecha a pedazos.
