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Pluma

Milcíades Ortíz | Catedrático

Era un joven de la misma edad mía. Pero yo estudiaba en la Universidad de Panamá... y ese joven colombiano era un campesino. En los años sesenta me encontraba a orillas de un río, a horas de la población de Montería, Colombia.

Visitaba a un señor que era primo de mi padre. Se trataba de un anciano de ochenta años, lleno de vigor, que montaba caballo todos los días por horas, para atender su finca.

Sus hijos lo ayudaban en la finca. Uno de los mayores ya se había ido del campo y vivía en la ciudad mencionada.

Resulta que me enteré que ese joven quería que su padre le comprara una pluma.

Me llamó la atención tan sencilla petición, que no era aceptaba por su padre.

Mi curiosidad de estudiante de Periodismo me llevó a conocer una realidad propia de algunos hogares campesinos.

Sostenía el padre que para qué comprar la pluma si su hijo no la utilizaría, pues era campesino.

Hablando a solas con el joven, me explicó que en ese lugar algo remoto de Colombia, tener una pluma en el bolsillo de la camisa representaba que no era campesino.

Esa pluma indicaba que su dueño hacía actividades de comercio o de oficina, pero no de la tierra.

El joven sentía cierta verg�enza de ser campesino, el oficio de su padre de toda la vida.

No me atreví a comprarle la pluma porque pensé que estaría restándole autoridad al padre.

Aunque el adulto estuviera equivocado, según mi parecer, era su manera de ser y debía respetársela.

Años después, cuando estudié Sociología en Chile, me enseñaron que algunos objetos pueden convertirse en "símbolos de estatus", o de posición social.

Allí tenemos autos caros, ropa lujosa, zapatos costosos y de marca. También vivir en ciertos barrios indica el nivel socio económico que tiene la persona.

Conocí que hay hijos que no quieren seguir el oficio de los padres, sobre todo cuando son humildes, como campesinos.

Esto lo vi en Alemania Occidental, en los setenta. Familias me indicaron que los hijos no seguirían con las fincas, pues se avergonzaban de ser campesinos.

En realidad, cualquier oficio que haga el ser humano para vivir debe ser respetado por los demás, siempre y cuando sea honesto.

Ser campesino no debe ser motivo de verg�enza en los jóvenes, aunque comprendo que vivimos en un mundo donde todavía se discrimina a ciertos oficios.



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