El número once (11) se ha convertido en una cifra maldita. Cada vez que llega un día 11 de un mes tal, es posible que se avecine un atentado terrorista, pues es un símbolo significativo del terrorismo (11 de septiembre). Tal cálculo de fatalidad llegó a cumplirse el pasado jueves 11 de marzo en España.
Las tranquilas calles de Madrid se volvieron en matadero, debido a múltiples explosiones en tres trenes urbanos y regionales. Cerca de 200 muertos y 1,500 heridos fue el saldo de la brutalidad y la gran saña que lanzaron un grupo de terroristas en la capital de la Madre Patria.
Es lamentable que personas utilicen el terror para promocionar una ideología o creencia religiosa a costa de la muerte de civiles inocentes.
Pero, como vemos, todo esto ocurre debido a la guerra generalizada contra el terrorismo internacional. Por supuesto, también dichas oscuras fuerzas subversivas y asesinas han comprendido que, para sobrevivir al acoso de Estados Unidos, deben unirse: Mejor otra palabra, globalizarse.
Dos datos curiosos del múltiple atentado en Madrid: fueron ataques coordinados en una hora específica de la mañana de aquel fatídico día.
Además, también nadie aceptó responsabilidades inmediatas, sino hasta que Al Qaeda se atribuyó la autoría desde un diario en Londres.
Es evidente que los separatistas vascos no tienen dinero suficiente para seguir con la lucha y de seguro Osama bin Laden y sus leales dieron apoyo a Batasuna, así como a los terroristas de ETA. La causa: venganza
por el apoyo del presidente José María Aznar a la guerra contra el terrorismo en Irak y Afganistán, donde también opera Al Qaeda. Mientras tanto, el mundo no repara en la tragedia madrileña y en cual será el siguiente objetivo del terror. Sólo queda a los países prepararse para lo peor, pues hasta que no se capture a Osama bin Laden y se neutralicen a los grupos más radicales del terrorismo internacional, seguiremos durmiendo con un ojo abierto y otro cerrado, como los avestruces.
