EDITORIAL
Vientos de guerra y tensiones políticas
El detonante de la Primera
Guerra Mundial fue el asesinato del Archiduque Francisco Fernando en Sarajevo,
provocando ese suicidio colectivo que fue la primera de las grandes guerras
que envolvió a los cinco continentes.
Los acontecimientos de Kosovo y la tensión en Serbia parecen
apuntar hacia el mismo sitio una nueva conflagración en los Balcanes
por la serie de sucesos bélicos que se están desarrollando
en esa área.
El mundo está viviendo días oscuros a juzgar por los
actos insensatos que se están verificando en diferentes ciudades.
El asesinato del doctor Luis María Argaña, vicepresidente
del Paraguay, agrega una página bochornosa y engrosa un capítulo
luctuoso a la historia política latinoamericana. Implicados están
el presidente Cubas y el general golpista Mino Oviedo como responsables
del crimen.
Por otra parte, todavía no se ha esclarecido el asesinato de
Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial de México, que a cinco
años de distancia continúa en el misterio.
Los sucesos políticos del Ecuador y el arresto del expresidente
Fabián Alarcón también ponen una nota de preocupación
en el país andino que ahora mismo está en un proceso de inestabilidad
por la ola de huelgas y manifestaciones que azota a varias ciudades.
Finalmente, el mundo vive pendiente de la suerte del general Augusto
Pinochet, de quien se ha decretado que no goza de inmunidad diplomática
y por lo tanto puede ser enviado a España para ser juzgado por tribunales
hispanos.
Y qué decir de Panamá, donde un gobierno indolente castiga
al pueblo con las privatizaciones de empresas públicas y trata de
justificar, con publicidad engañosa, que es mejor el flúor
en la sal que en el agua, cuando los odontólogos señalan todo
lo contrario. Y a ello hay que sumar la educación en mal estado y
las escuelas en deplorables condiciones después de haber proclamado
la "modernización" en los campos de Salud e Instrucción
Pública.
Nuestro país, que está en vísperas de un torneo
electoral, también sufre la pesadilla de candidatos, quienes no se
han quedado atrás en aquello de hacer promesas que tal vez no lleguen
a cumplir, por la tempestad de frases vanas que emiten en los comicios.
Como se podrá observar, el fin del milenio se acerca con pocos
augurios favorables. Mientras los vientos de guerra soplan en Europa, el
resto de América Latina está convulsionado. En Panamá
muchos corren tras la primera de las promesas electorales y en el resto
del continente todavía siguen esperando que brille el sol de las
reivindicaciones populares. Ojalá veamos esa luz al final del túnel.
El diagnóstico para nuestro pueblo es impredecible. Algunos
advierten un período de rapiña cuando se nos entregue el Canal.
Otros auguran una prosperidad en manos de consorcios extranjeros y que nos
doblegaremos a los efectos de la globalización. Porque sin duda alguna
los acontecimientos de Kosovo y del panorama internacional se reflejarán
entre nosotros de forma directa por ser un país de tránsito
y encrucijada de las Américas.
Panamá, que debiera ser dueña de un destino superior,
también gravita en la órbita de la incertidumbre. Es evidente
que muchos malos panameños no quieren este país y prefieren
vender todos sus recursos. Ese es el mayor peligro existente. Nuestro país
debe despertar del letargo en que está sumido. Para mañana
puede ser demasiado tarde.
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