El bienestar de los hijos debe ser la prioridad de cualquier padre. En primera instancia, está la salud, luego la educación y la estabilidad emocional de los pequeños.
En este sentido, es absolutamente necesario inmunizar a los niños contra todas las enfermedades que causan muertes y afectaciones a los infantes durante la edad temprana.
La medicina ha avanzado a pasos agigantados en el siglo pasado y en lo que va de este. Los índices de mortalidad infantil han bajado enormemente, gracias a las vacunas. Enfermedades como la polio, el sarampión, la difteria, el neumococo y el rotavirus causaban estragos en los niños, pero hoy en día estas se pueden mantener a raya con las nuevas vacunas.
Cada vacuna tiene su tiempo. Desde el primer mes de vida hasta la edad escolar, los niños deben atender estrictamente su calendario de vacunas, para estar protegidos de los asesinos microscópicos.
Con los nuevos avances en el desarrollo de vacunas, incluso algunas ni siquiera tienen que ser inyectadas, sino que basta con que sean aplicadas oralmente.
Esta responsabilidad recae en los padres. No puede tolerarse que un padre o madre resten importancia a la aplicación de vacunas a sus hijos.
Algunas vacunas, aplicadas por hospitales privados, resultan verdaderamente caras. Pero el sistema de salud pública y seguridad social en Panamá cubre la mayoría de las vacunas necesarias para protegerlos.
Incluso el Ministerio de Salud en todas las administraciones gubernamentales recientes, ha realizado jornadas de vacunación a nivel nacional. Los funcionarios de salud viajan hasta comunidades apartadas para facilitarle la inmunización a los niños que no pueden viajar a zonas urbanos.
Las vacunas representan el significado de la expresión "más vale prevenir que curar". Y no hay excusas para no prevenir.
