El diácono de San José ofició la misa de cuerpo presente para los hermanos Solís Fernández, fallecidos el pasado 3 de abril mientras trabajan en tanque desechos de vísceras en Juan Díaz.
El acto religioso inició a la 2 de la tarde de ayer en la capilla del Parque del Recuerdo, ubicada en Villa Zaita, y una hora después colocaron la última lápida de cemento en la tumba de Manuel, marcando el final del sepelio.
Pese a la imprevista llovizna que caía, el recinto religioso estaba lleno. En cada esquina amigos y familiares de los difuntos los recordaban contando anécdotas de ellos.
Un joven de nombre Luis, interrumpió la misa al entonar varias canciones religiosas con una voz penetrante que retumbaba al unísono con los gemidos de los dolidos.
Marcelina Fernández, madre de los cuatro muertos: Manuel, Aníbal, Elías y Luis, no lograba contener sus lágrimas y clamaba piedad para sus hijos al Todopoderoso.
Las cuatro viudas se abrazaban con los frutos que sus cónyuges les dejaron, para así darse fuerza los unos a los otros.
Mientras los allegados -con miradas perplejas- no sabían cómo consolar a los familiares de las víctimas.
LA MISA
Jorge Alvarado, jefe de Salud Ocupacional de la CSS, explicó que los datos preliminares indican que el gas que inhalaron los constructores es el hidróxido de sulfato, que al combinarse con el agua forma el ácido sulfhídrico o sea H2S.
Estos gases en concentraciones menores, no son percibidas por el olfato, y en mayores produce pérdida de conciencia y asfixia, que posiblemente fue lo que le ocurrió a los hermanos Solís, dijo Alvarado, quien recomendó a los trabajadores que usen los equipos de seguridad y eviten accidentes.