Las personas de las áreas rurales de la campiña interiorana traen a su memoria el arte de sus antepasados, que trabajaban con sus propias manos los instrumentos propios del hombre campesino.
Estos elementos de las faenas laborales, que hoy adornan los carros y carretas que se exhiben en el tradicional desfile típico de esta fecha, tienen un caudal de historias, anécdotas y memorias, sobre todo, para aquellos campesinos que siguen tejiendo el antiguo "motete para sus cosechas" y llevan el agua en "tulas", para refrescarse del acalorado sol.
Así, estos curiosos elementos del trabajo del campo, guardan un sinnúmero de historias por los años legendarios que llevan en cada uno de sus fragmentos, tal como nos cuenta el señor Zenaide Moreno que, desde su niñez, recuerda este motete herencia de su padre, en los trabajos de recolección de los frutos de los siembros.
Con un cierto trazo de melancolía, expresó que este motete y el pilón para el arroz de las juntas parecen piezas insignificantes, pero son parte de la historia interiorana, porque no hay campesino que no haya tenido un motete y una tula de compañía, y no hay mujer interiorana de nuestros antepasados que no haya tirado del pilón para las viandas de los peones.
Todas estas piezas folclóricas y tradicionales son parte del legado cultural del pintoresco pueblo de Chupaíto, de Macaracas, donde todavía muchos de estos campesinos utilizan estos elementos en sus faenas diarias, mientras en desfiles folclóricos en Chitré se exhibe gran parte de estas piezas, como una muestra de la autenticidad de esta tierra interiorana.
Este conocido "motetito", propiedad de la señora Yarelys Vega, ha sido valiosamente adornado con los elementos fundamentales de la vida campesina, como la pipa, las cucharas de palo, la tula, las cutarras y otras piezas, como un legado histórico que busca rendir, en este año del centenario, un verdadero tributo a las raíces de todo buen panameño.