Para que haya piedad y misericordia divina tiene que existir el verdadero acto de contricción, mediante el cual los seres humanos dicen y reconocen la verdad de los errores que cometen; pero igualmente, nos hacemos, con toda la autoridad, para señalar las anomalías y las corruptelas que se apadrinan o callan por afinidad partidista, familiar o de amistad.
Desde que inicié mis labores en el Ministerio de Educación en el 2002, siempre he tratado de señalar la apatía y la desidia que empaña el cristal de la vocación docente y en ese orden de cosas me he ganado la enemistad de muchos docentes y copartidarios, ya que como funcionario nunca trabajé para el partido arnulfista ni trabajo para el PRD, mas por el contrario, trabajo para el ministerio de educación y ello también me ha traído consecuencia respecto al beneplácito de los compañeros docentes o administrativos, ya que cuando escribo mis artículos, he palpado la molestia de algunos supervisores de educación, que como docentes, obviamente velarán por su gremio. Y qué hablar de los directores de colegios que se sienten aludidos por la verdad.
