Hablar de los valores es imprescindible al tratarse de la vida familiar. Pues la familia constituye el primer ambiente en el cual se siembran y se cultivan valores, y también antivalores, muchos de los cuales permanecerán vigentes en la persona durante toda la vida y moldearán su conducta y su carácter moral.
Los valores están antes de las reglas y del comportamiento. Sin embargo, pareciera que algunos valores no están de moda e incluso están sometidos a burlas o simplemente son ignorados como si no existieran. Uno de estos valores es el PUDOR, el cual tiene que ver directamente con la prudencia, la intimidad y el respeto.
El pudor es la prudencia de la intimidad; y el respeto nos lleva a tener en cuenta el tesoro de la intimidad que todos poseemos y que es necesario contribuir a salvaguardar.
El pudor es una exigencia de la pureza y es parte integrante de la templanza, preserva la intimidad de la persona. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Esta ordenado a la castidad. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas. El pudor es modestia; inspira la elección de la vestimenta. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes. Nuestro compromiso como Familias cristianas es exigir la purificación de la realidad social:
Los medios de comunicación están obligados a dar una información cuidadosa del respeto y de la discreción; los responsables de la educación tienen el deber de impartir una enseñanza respetuosa de la verdad, de las cualidades del corazón y de la dignidad moral y espiritual del hombre; que los legisladores, gobernantes y profesionales de la salud, consientes de la dignidad de la vida humana y del arraigo de la familia en nuestros pueblos, la defiendan y la protejan esta es su responsabilidad.