Los deplorables discursos, de un alto porcentaje de políticos que aspiran gobernar a este país, podemos meterlos en el infecto saco de la mentira. Sus propagandas de efectos mediáticos, los hacen ver ante un pueblo hambriento de justicia, como unos magos constructores de castillos de arena o como inocentes beatas de corazón indeleble. �Cree usted venerable lector, que este pueblo será tan bobo, como para votar por cualquier sangriento adalid del terrorismo de izquierda? �O por un explotador demagogo?, creo que en los dos casos, la respuesta debería ser la misma... �NO!... �Por qué? Porque aún en este territorio de viernes festivos y del poco importa, se sabe que ni explotadores ni comunistas tienen palabra, sino fíjense en Chávez, Correa, Ortega, Piedad, Cristina, Bush, FARC o cualquiera de sus amiguitos íntimos en Panamá, que hoy dicen una cosa y mañana salen con una banalidad.
La tragedia banal campea, cuando el 90% de los candidatos al verlos en su escabroso proselitismo dejan la penosa impresión de insipidez. Ya no tenemos individualidades poderosas, como Harmodio Arias Madrid, Enrique A. Jiménez, Arnulfo Arias ni Ornar Torrijos. Con pesar vemos a casi todos los políticos actuales casando sus campañas con regueseros y pandilleros más cerca de la farándula y el crimen, que de la política.
La desesperanza crispa aún más, cuando algunos medios de comunicación enaltecen a pandilleros, sicarios y criminales al rango de santos patronos y en ese mismo grupo, dan oportunidad a que peligrosos y reconocidos políticos de izquierda, dogmatizados por los judíos: Marx y Lenín, nos quieran meter en su tenebroso corral que ellos llaman "paraíso", a cualquier precio como borregos o caballos. Escojan por favor a los políticos más capaces, probados, moderados y honestos.