La Policía Técnica Judicial (PTJ) requiere una revisión integral. La muerte por envenenamiento del jefe de su Unidad de Investigaciones Sensitivas y la anterior caída del jefe de la División de Narcóticos, evidencia que algo está podrido en esa institución.
La mafia del narcotráfico han penetrado a la institución y no se sabe en quién confiar. De esa forma resulta difícil para el personal honesto llevar a cabo una labor de investigación eficiente, porque no saben si están laborando junto al enemigo.
Ahora que no se venga con el facilismo de sustituir al Director. Eso no resuelve nada, si no se produce una verdadera depuración del personal. Si sólo se cambia al máximo jefe, los problemas persisten y al cabo de algún tiempo habrá otro escándalo de mayores proporciones que el anterior.
De comprobarse que el inspector Franklyn Brewster fue envenenado por sus propios compañeros, estaremos frente a un hecho sin precedentes en Panamá, donde la mafia paga por eliminar a una autoridad.
Ese tipo de hechos nos hacen recordar las guerras declaradas por los carteles colombianos contra jueces, fiscales y policías que se atrevían a investigarlos o capturarlos.
Panamá con una economía basada en el dólar, un centro bancario, su calidad de país de tránsito y su cercanía a Colombia, es el lugar preferido por los narcotraficantes para mover toneladas de cocaína y lavar sus millones de dólares.
Con ese dinero es fácil penetrar todos los estamentos de la sociedad, sobre todo los cuerpos de seguridad, por lo que hay que estar vigilantes ante ese peligro. Hacerse de la vista gorda ante lo que sucede actualmente en Panamá es irresponsable y aunque resulte peligroso hay que actuar de manera valiente.