Sólo existe un camino para los que quieren encontrarse con el Señor y vivir una existencia plena. En la Biblia encontramos que cuando el Señor quería hablar con su pueblo lo enviaba al desierto. El mismo Jesús estuvo 40 días en el desierto y el pueblo de Israel pasó 40 años en el desierto. En un desierto, Dios se comunica de una manera más efectiva.
Hay momentos en la ida de cualquier persona cuando por mil y una razones, estamos ciegos y sordos y no escuchamos a Dios. Por eso, el Señor nos arranca, casi violentamente, de todo lo que nos distrae y nos pone en un desierto para que reflexionemos en las cosas profundas. Puede ser una enfermedad grave, un familiar que muere, un negocio que se derrumba o cualquier otra situación que nos sacude y nos pone a pensar en las cosas fundamentales.
�Quién no se ha encontrado alguna vez agobiado por el peso de preocupaciones, problemas y angustia? El Señor aprovecha esto, nos sacude interiormente y nos lanza al desierto de nuestra propia soledad. Allí, marginados y distanciados, caemos en una especie de letargo, donde casi nada nos importa.
En los desiertos, el Señor nos ofrece la oportunidad de ocuparnos de las cosas verdaderamente esenciales. Todos tenemos crisis que, bien aprovechadas, nos pueden situar en un nivel más profundo de la existencia, donde pocas veces entramos. Es como cuando uno está buceando y se da cuenta que debajo de la superficie hay otro mundo de peces, conchas, piedras y otros animales marinos. Pocas personas se dedican a bucear en la vida para profundizar en las cosas verdaderamente importantes, como por ejemplo, �para qué nací?; �por qué estoy en el mundo?. Debido a que la gente no profundiza para ver lo que es la vida, Dios nos sitúa en desiertos donde no hay más remedio que meditar y reflexionar. Dios permite algunas veces que caigamos de espalda para que miremos hacia arriba y nos situemos dentro de esa dimensión de la existencia para ver lo que hay en el fondo del mar y no solamente apreciar lo que se ve en la superficie. El Señor quiere que te conviertas en una persona de oración, porque la oración con fe mueve montañas. Recuerda que �Con Dios, tú serás invencible!.
