Jueves 6 de agosto de 1998

 








 

 


EXPO LISBOA '98
Un tributo a los océanos del mundo

Rainer Tuñón C.
Crítica en Línea

U
na verdadera Torre de Babel reúne a 155 países dentro de 62 hectáreas cercanas al río Tajo para decirnos una verdad universal: "los océanos son un patrimonio para el futuro".

Esta es la razón principal de Expo '98, la última feria mundial del milenio, que busca enfocar la responsabilidad del mundo frente a los océanos.

La feria es el centro de la atención europea, después del mundial de fútbol que culminó con éxito para los franceses, pero simultáneo a la Expo, se conmemoran 500 años del descubrimiento de la ruta marítima hacia la India, el histórico viaje de Vasco de Gama.

En la zona oriental de Lisboa se construyó la Expo '98, pero existe un plan denominado Expo Urbe, para devolver ese territorio cercano al río Tajo a Lisboa.

La feria tiene seis áreas temáticas, a saber:

El Pabellón de los Océanos es un acuario gigante que recrea toda la actividad marina mundial. En un edificio de dos pisos, se concentra la flora y fauna del océano Antártico, arrecifes coralinos del Indico, costas rocosas del Pacífico, costas azores del Atlántico y el denominado tranque central marino, a través de un impresionante recorrido.

Otro, el Pabellón de la Utopía, recrea mitos y leyendas del mar. Es un espectáculo multimedia que presenta el desvío burlesco del hombre, de los dioses y océanos.

El Pabellón del Futuro, por ejemplo, busca salvar la vida del planeta. Intenta provocar cambios de actitud a través de espectáculos de realidad virtual, que hacen pensar al público que realmente se encuentra viajando hacia la Atlántida, de acuerdo a las últimas investigaciones científicas.

Portugal tiene su pabellón especial. Junto al Muelle de Olivais, ocupa la posición central de la Expo. Allí está el legado portugués.

Las Areas Internacionales, son una verdadera joya. La parte norte, a la ribera del Tajo, concentra una cantidad inmensa de culturas, y la sur, ubicada por el Puerto de Recreo de los Jardines de Agua, no se queda atrás.

Panamá, por ejemplo, tiene su pabellón. Encanta con la tecnología necesaria para deslumbrar a sus más de 300 mil visitantes. La organización del embajador Humberto López Tirone y la comisionada Lourdes de López, han garantizado vítores por parte de quienes pasan a diario por esa joyita de la Expo llamada Panamá.

Pero una visita como esa, necesita tiempo. Para conocer Expo '98, hay que invertir tres días como mínimo. Hay que darse un viajecito por el teleférico, estar en la torre GLP, que tiene un mirador a 70 metros de altura, la torre Vasco de Gama con una explanada a una altura de 100 metros (y un restaurante por allá), y participar de "las peregrinaciones".

Se disfruta junto a los "Olharapos" (criaturas fantásticas que estaban en las mentes de cartógrafos y navegantes, a través de sus miedos), el impresionante Acqua Matrix, espectáculo de luces y pirotecnia, con el elemento multimedia, o una estadía en alguno de los 37 restaurantes dentro de la Expo, donde Isla Contadora (con un cocinero coclesano), el restaurante de Macao, México, Venezuela o Alemania, son realmente una delicia.

Pero no todo culmina con la visita. En las tardes, una aventada por la Expo-Adrenalina (un "jumping" desde 40 metros de altura) y en las noches, el videoestadio o Plaza Sony está listo para un concierto junto a 15,000 personas.

 

 

 

 

 


 

Una visita a la Expo es el viaje por una ventana mágica que permite conocer cada cultura del mundo en un espacio donde te puedes transportar a pie, en carrito, teleférico o bicicleta, y disfrutas de noches bailables, espectáculos multimedia y una agradable velada por lo más fascinante de Portugal.

 

PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | VARIEDADES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


   Copyright 1996-1998, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.