MENSAJE
"Sí"
Hermano Pablo
Costa Mesa, Califonia
Su mundo fue un mundo de silencio.
Desde el vientre materno estuvo privada del oído. Nació sorda,
y vivió sin poder tampoco aprender a hablar. Los sonidos para ella
no existían. Desde muy pequeña su único lenguaje era
el de los signos. Así Sandra Smith, de Sud Africa, vivió sin
oír y sin hablar.
Un día el amor llamó a su puerta. Sandra se enamoró
de Kenneth Conrad, compañero de estudios en la universidad. Como
soñaba con el día en que Kenneth le propondría matrimonio,
mentalmente ensayó decir con su voz y con sus labios: "Sí".
El día llegó. Kenneth, arrodillado, le preguntó por
señas: "Quieres casarte conmigo?" Y Sandra, por primera
vez en su vida al oído de otro, aunque no podía oírlo
ella misma, pronunció un sonoro "sí".
Esta no es sólo una historia de romance. Es también una
historia de tesón, de determinación, de esperanza, de fe.
Es una historia del mágico poder que tiene el amor. Sandra, joven
universitaria de 20 años de edad, sabía que era sordomuda.
Pero se preparó mentalmente para el día en que pronunciaría,
cuando menos, una sola palabra. Y cuando el hombre de su corazón
le propuso matrimonio, rompió el silencio de 20 años, y habló
para decir: "Sí".
Decir "sí" o "no" puede cambiar el destino
completo de una persona. Si un joven le dice "no" a la primera
invitación que se le hace a probar cocaína, y sigue diciendo
firmemente "no" a toda otra invitación posterior, se librará
del funesto vicio.
Si una jovencita aprende a decir "no" a cualquier requerimiento
malsano que le hace el joven, se librará de la pérdida de
la pureza y del embarazo fuera del matrimonio. El "sí"
y el "no" pueden tener enormes repercusiones. El poder de un "no"
puede salvarle la ida.
Hay otro "sí" y otro "no" que tienen consecuencias
eternas. Son el "sí" con que respondemos a la invitación
divina. La invitación es esta: "Dame, hijo mío tu corazón
y no pierdas de vista mis caminos" (Proverbios 23:26). Responder con
un "no" es negarnos eternamente la paz que Dios nos quiere dar.
Responder con un "sí" es encontrar la razón de nuestra
existencia, es encontrar la verdadera felicidad, es encontrar a Dios. Respondamos
con un "sí" a la invitación divina. Es nuestra única
salvación.
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