La música es indiscutiblemente el alimento del alma. Y al adulto mayor le hace muy bien estar cerca de ella.
Unos 27 estudiantes entre principiantes y avanzados (la gran mayoría de la tercera edad) están tomando clases de guitarra, bajo la dirección del profesor Isidro Paz Quintero en la Junta Comunal de San Francisco.
Estos amantes de la música se reúnen cada martes y miércoles de 9 a 11 a.m. para afianzar sus experiencias y tocar algunas melodías.
EL DIRECTOR DE LA ORQUESTA
Isidro Paz Quintero es el que dirige a los alumnos. Con una paciencia única, afina cada guitarra que le llegue a sus manos, y revisa las que algunos alumnos más aventajados han afinado.
El "concierto" de dos horas comienza. Los que no están tan duchos en la materia aprenden con el tiempo y luego entran en la mini orquesta, donde se deleitan unos a otros cada vez que hay clases.
Desde 1995, Paz Quintero se dedica a esto, y contó que ha rechazado ofertas en centros educativos para enseñar música, sólo por ayudar a sus contemporáneos y a todo aquél que quiera entrar al maravilloso mundo de la guitarra.
Recuerda que comenzó dando clases en la Policlínica Carlos Brin de San Francisco, pero debido a remodelaciones tuvo que mudarse. Fue cuando la Junta Comunal de San Francisco lo acogió para que siguiera su labor, y no piensa detenerse.
�CUANTO CUESTA?
Si usted quiere aprender, sólo debe llevar su guitarra... las clases son subsidiadas por la Junta Comunal. �No cuesta nada!
EXPERIENCIAS VIVIDAS
Gloria Vélez tocaba guitarra cuando estaba en sus veinte. La dejó porque llegaron los hijos y el tiempo que le podía dedicar al instrumento era casi nulo.
Hace año y medio entró al curso por medio de una amiga y ha recuperado los conocimientos de aquella época. "He afinado el oído", comenta.
Asegura que le gustan los boleros como Historia de un Amor, Noches de Ronda, entre otros de antaño.
Considera las clases como terapia e invitó a aquellas personas que deseen aprender que vayan porque "la música no sólo es relajante, sino que reanima el espíritu".
Donaldo Tam es otro de los que van al curso. Cuida su guitarra como si fuera su hijo, si no la está usando la guarda en el estuche, así tenga que estar abriéndolo y cerrándolo a cada rato.
Relató que cuando estaba en secundaria sus compañeros de clase y otros amigos tocaban serenatas, y se interesó en aprender. Cuando no lo estaban viendo, agarraba una guitarra y trataba de imitar lo que ellos hacían.
"Todas las personas, especialmente los que tengan una guitarra de adorno en su casa son bienvenidas (al curso), porque la música es el alimento del alma", exhortó con una sonrisa.