Había oído hablar de las gracias y de los prodigios realizados por el taumaturgo de Padua. De este lugar, por haber nacido allí y también sepultado. Nunca se oyó que alguien dijera, después de consultarlo, que no tuvo la suerte de ser complacido. �O será verídico este criterio? Veamos: "El milagro es un relámpago en la potencia creadora y una voz deslumbrante de la virtud divina que se posa sobre el semblante de los amigos de Dios, mandados al mundo para beneficiar la familia humana. Es una conformación de las doctrinas anunciadas por hombres extraordinarios. Cit. Antonio poseía el don de los milagros e hizo la mayor parte de ellos en alivio de los enfermos y de los atribulados. He aquí un ejemplo. En Angri, el sacerdote Antonio D'Acunzo, director de la Pía de San Antonio, padecía de tifoidea y logró curarse, pero después decayó con pleuresía. Su mal empeoraba; los dolores eran cada día más fuertes. Los médicos decidieron operarle. Esto sucedió un lunes, pero como el sacerdote estaba seguro de que San Antonio y San José le habrían hecho la gracia de curarlo, resolvió que el martes dedicado a San Antonio y el miércoles consagrado a San José, viniera el doctor el jueves y lo encontraría sano".
En efecto, el jueves el doctor lo encontró curado y declaró que otros médicos como él diagnosticaron que no se salvaría, siendo imposible toda curación. Esto fue una ayuda sobrenatural.
Por no creer en los santos, algunas personas pierden la oportunidad de ser correspondidos satisfactoriamente. He aquí mi caso. Un día del mes de agosto, perdí un valioso documento. Recurrí al altar de San Antonio en la Basílica de Don Bosco, y arrodillada con profunda fe le supliqué ayuda al santo de los milagros, Antonio. Me escuchó mi ruego y en el Banco de San Francisco, Calle 50, encontré lo perdido. La distinguida, comprensiva y colaboradora gerente María Félix de Ayala puso en función la tarea de los funcionarios Ariel, Yadira, Yamileth, Diana y Milena de solucionar el problema. Cuando el trabajo terminó, se oyó la voz que dijo: aquí está lo que usted perdió. La clientela que cobraba dijo: San Antonio. Mi alma volvió al cuerpo, porque la gerente dio aliento con la frase: "A Dios rogando y con el mazo dando".
San Antonio, concédeles la salud, la piedad, la comprensión y la fe en Dios Todopoderoso para que logren éxitos por sus méritos de excelentes funcionarios al servicio social-humano.
