La Palabra "Carnaval" de origen latín o italiano (carnevale) quiere decir: no comer carne o no dar carne roja al cuerpo, siguiendo una costumbre antigua de abstenerse por 40 días de ese alimento y que luego pasó a ser una fiesta de 3 días en febrero o marzo, antes de esos 40 días. Sin embargo, hoy día significa todo lo contrario: desenfreno, alcohol, drogas, actos inmorales y sexuales. Por tanto, darle libertad a la carne para que haga lo que desea es no tener ni control, ni dominio propio de sus deseos ni mucho menos de su comportamiento.
El presidente Martinelli recomienda que no realicen estas fiestas paganas en la capital, sino que como son costumbres del interior del país, que los ingresos que generan estos eventos sean para esa área del país. Aunque no estamos de acuerdo con la fiesta en sí por las razones anteriormente expuestas, sabemos que es muy difícil que se cancelen a nivel nacional.
Pero lo que sí es cierto es que la Palabra de Dios no se equivoca y que darle rienda suelta a la carne es ir en contra del Creador, del dueño de nuestras vidas, o sea, de Dios. Quisiéramos llamar la atención de quienes lean este artículo para que tengan claro que participar de los Carnavales les traerá consecuencias graves ya sea a nivel social, moral, o mucho más importante a nuestro parecer: espiritual. Ustedes, jóvenes: caer en las garras del sida, la violencia, y quizás la muerte no tienen remedio y la única solución para estos males se llama Jesucristo. Ojalá los capitalinos aprovechen la gran oportunidad que no se celebrarán carnavales en la ciudad de Panamá y desde ya programen y destinen el dinero que iban a usar para "carnavalear" para asistir a retiros espirituales, recogimiento familiar, o actividades que fortalezcan la unidad entre padres e hijos, algo tan necesario hoy día en Panamá. Estoy seguro de que el Gobierno nacional planeará actividades sanas y edificantes para esos días libres. Que Dios les bendiga ricamente y les dé toda la sabiduría para aprovechar esta oportunidad que Jesús les brinda en este año.
