No hay nada más gratificante que ayudar. Esto es lo que han demostrado todos los panameños que han sacado de lo poco que tienen para darlo al que no tiene nada.
La tragedia nos ha unido. Los ciudadanos se han fundido entre abrazos y lágrimas porque han sufrido parte del dolor ajeno. Son ciudadanos que se han quedado sin casa, sin alimento, sin vestido y, en algunos casos, sin un hijo o una madre. Duele, pero la vida tiene que seguir. No se puede abandonar la lucha de ver convertido el sueño de los que murieron: ver un país en paz, desarrollado y con oportunidades para todos.
La iniciativa de miles de panameños es aplaudida, al igual que el aporte que han hecho los sectores cívicos organizados y la empresa privada. No hay que desmayar en la lucha porque -a pesar que el pueblo ha respondo- se necesita más.
Hoy lunes las personas que aún no han podido llevar su grano de arena pueden hacerlo a través de los diferentes centros de acopio. Es importante que todo lo que se vaya a donar, ya sea ropa o comida, esté en buenas condiciones y esté clasificado para facilitar el trabajo de los voluntarios.
El dolor y el sufrimiento se sienten cuando se vive en carne propia, pero en esta ocasión no ha sido así, el sufrimiento es general porque cada persona fallecida es un hermano más que ya no estará con nosotros en esta patria hermosa.
De la tragedia debemos sacar lo positivo. Una de esas cosas saludables es que todos nos hemos unido. Es como en el núcleo de la sociedad cuando se pierde un ser querido, los familiares lejanos aparecen y se solidarizan. Así mismo debe ser siempre. No hay que esperar que los momentos tristes nos hagan meditar.
Panamá está anhelando por un pueblo unido en todas las circunstancias, ya sea en la prosperidad o en las adversidad.