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Por: Milcíades Ortíz Jr. | Catedrático

La vecina no sabía qué hacer. Al lado de su cuarto su amiga gritaba de dolor ante los golpes del marido. Aunque no era una "vidajena", la vecina no pudo pasar por alto los lamentos de su amiga. Ya ella sabía que el marido de su amiga le daba sus buenos golpes por cualquier cosa que le molestara: que quemó la carne, dejó media amarilla las camisas blancas, que tampoco planchó bien, etc.

Como mujer se veía reflejada en ese espejo. Por suerte era divorciada y sus ocasionales "amigos" no habían llegado a tocarla "ni con el pétalo de una rosa", como dice un viejo refrán feminista.

Cuando la vecina lanzó un alarido de dolor, no pudo aguantarse. Llamó a la Policía y en voz baja denunció lo que ahora se conoce como "violencia doméstica".

Esto ocurrió hace muchos años. La Policía se apareció en el cuarto y al ver la cara llena de moretones, se llevó al marido abusivo.

Entonces la vecina casi se cae de espaldas. Su aporreada amiga comenzó a rogarles a los policías que no se llevaran al hombre. Hasta inventó que se había hecho los golpes con unas misteriosas caídas.

Tuvo que ir la maltratada mujer al juzgado nocturno. Allí su amiga casi se cae de espaldas por segunda vez. Escuchó a la vecina rogarle al juez que no le hiciera nada a su marido.

"Es que él me quiere mucho y por eso a veces me pega", dijo la maltratada como excusa. El juez sentenció que si la misma afectada no quería pena para el abusador, él no se la daría. Y lo dejó libre.

Al día siguiente, la vecina aporreada insultó a su amiga por "metiche" y haber llamado a la Policía. Le gritó que "en asuntos de marido y mujer, nadie se debe meter":

Menos mal que esto ocurrió hace más de treinta años, y ahora las mujeres abusadas en su mayoría no aguantan el maltrato.

Pero todavía una que otra considera que es cierto el viejo dicho que dice: "quien te quiere, te aporrea". Y soportan maltratados de sus parejas. Debo decir que con esto de la igualdad femenina, más del diez por ciento de las denuncias de violencia doméstica, la ponen los hombres... aporreados. (�Qué viva el modernismo!)



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