La pobreza y la degradación ambiental en las zonas rurales están relacionadas con el desarrollo de tecnologías inadecuadas, la producción insuficiente, la mala comercialización y la falta de oportunidades. Si realizamos un análisis de las causas de esta situación podríamos sacar una rápida conclusión: ha incidido la falta de conocimiento, lo que se traduce en una falta de Educación Integral.
Esta puede ser una de las principales razones por las cuales los campesinos continúan haciendo siempre lo mismo. Esto implica que la estrategia nacional institucional del sector privado y de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), para abordar el problema no ha sido eficaz.
En estos proyectos, el enfoque ha sido más en el cumplimiento de metas, productos e indicadores, que en el fortalecimiento de los conocimientos y destrezas de los campesinos e indígenas.
En tal sentido, si todos tuviéramos la mística de participar en los proyectos o en las agencias de extensión agropecuaria o asistencia técnica financiera y de mercadeo con una actitud de enseñar a los campesinos e indígenas, eficaz, coherente y oportunamente, tendríamos la esperanza de cambiar los problemas del campo y su gente.
Es que la gente del campo ha demostrado su gran capacidad de aprendizaje y de adopción de tecnologías, pero esta fortaleza tenemos que utilizarla para concienciar, generar técnicas de desarrollo sostenible, además de bajar los costos de producción y la dependencia de insumos y prácticas externas que vienen de otras regiones o países.
Cuando los campesinos e indígenas produzcan sostenidamente para su autoconsumo y venta de excedentes al mercado local, nacional o internacional, con un dominio del costo-beneficio de su actividad, así como de la oferta y demanda, implementando prácticas de conservación de suelos y fuentes hídricas, de los bosques y de la biodiversidad, bajarán la deforestación y la degradación de nuestros recursos naturales. Educando integralmente se reducen la pobreza, la deforestación y la degradación ambiental.