Una pugna por el control del Comité Olímpico de Panamá (COP) dio al traste con la intención panameña de celebrar los Juegos Bolivarianos. Ya estaba planificado un presupuesto de $175 millones para celebrar del 14 al 28 de abril del 2013 la competencia en 37 disciplinas deportivas.
Da verg�enza que una pelea vieja entre dirigentes de ambos bandos investigados penalmente por manejos irregulares en el COP, afecten a centenares de atletas que debían participar en esas justas deportivas.
La decisión de la Organización Deportiva Bolivariana de revocar la sede otorgada a Panamá hace un mes obedece a un tema de reconocimiento. La ODEBO respalda a Miguel Sanchiz, como presidente del Comité Olímpico de Panamá; la justicia panameña reconoce a Miguel Vanegas en ese cargo.
Es un dilema eterno. El Comité Olímpico Internacional funciona como una especie de Colegio Cardenalicio, donde no se acepta ninguna intervención estatal ni fallo judicial.
Quizás los dirigentes de ambos bandos vayan a prisión o hasta reciban batazos del Ejecutivo panameño, pero al final el Comité Olímpico seguirá reconociendo a la figura que cuente con su bendición.
Lo sucedido pone de manifiesto la necesidad que las diversas ligas deportivas, provinciales y federaciones escojan a dirigentes comprometidos verdaderamente con las diferentes disciplinas y que no lleguen a los más altos cargos para pelechar de las posiciones.
Es lógico el enojo que existe al perder los Juegos Bolivarianos, pero hay que iniciar ya los contactos para superar esa situación, de lo contrario se corre el riesgo de que Panamá no pueda participar en las diversas competencias que tienen el aval del Comité Olímpico Internacional.