Para vivir plenamente y alcanzar nuestras metas hay que tener la voluntad de hacer las cosas en el momento que hay que hacerlas y del modo que deben hacerse.
Algunas de esas metas no son para realizarnos, sino para salvar nuestras propias vidas: tal y como sucede con aquellos que se encuentran batallando contra las drogas, el cigarrillo, el alcohol, la adicción al juego o a la comida.
Estos cinco vicios -además de ser en extremo dañinos para uno mismo y la familia- son sumamente difíciles de superar; por eso es que quienes los sufren pasan por muchas recaídas.
Es preciso aferrarse a algo para luchar contra estas adicciones; unos lo hacen de Dios, otros del amor de su familia, otros del apoyo de sus amigos. Independientemente de cuál escojamos, siempre necesitamos una base en qué apoyarnos para hacerles frente a nuestras debilidades y superarlas.
Pero primero es preciso decirnos "voy a salir de esto definitivamente" y asumir un estado mental sobre que la lucha que se viene durará muchos años, quizá toda la vida, pero que no podemos sucumbir nuevamente.
Muchos comienzan bien. Se alejan del vicio por unas semanas, meses y hasta un par de años. Pero al dejar atrás la fuente de sus desgracias, comienzan a relajarse, a bajar sus defensas.
Sienten que han superado el problema, y que pueden volver a tomarse un traguito o un cigarrillo, dizque "para relajarse" o por dejarse llevar por la presión de grupo.
En ese preciso momento echan por tierra todo el esfuerzo, tiempo y dedicación que sus familias empeñaron en ellos. Los defraudan, y hay que volver a empezar todo de nuevo, si es que la vida les da otra oportunidad.
Y es que la vida funciona de esa forma: hay muchas maneras y oportunidades para hacer las cosas mal, pero sólo una, quizás dos para hacer las cosas como deben ser.