Era de esperarse: el Gobierno de Panamá no cedió al chantaje de la ODEBO y perdió la sede de los XVII Juegos Deportivos Bolivarianos 2013.
Por segunda vez en este año, el Comité Olímpico de Panamá (COP), que reconoce el COI, y que encabeza Miguel Sanchiz, sabotea -en clara complicidad con la ODEBO- la sede istmeña. Ya habían hecho lo mismo con los Juegos Centroamericanos 2013.
Políticamente, estos Juegos representaban una gran plataforma para el Gobierno, pero -desde el punto de vista deportivo, que es el que nos interesa- estos Bolivarianos se perfilaban como un espectáculo de poca monta.
Es más, hubiésemos sido un desastre como anfitriones, dado que, en las últimas cinco ediciones, Panamá ha ocupado la última posición en el medallero. �Hubiese valido la pena que el Gobierno Nacional accediera a las peticiones de la ODEBO de "legalizar" a la Junta Directiva de Miguel Sanchiz ante el Registro Público con tal de asegurarse la sede de los Bolivarianos 2013? No.
Los atletas de Colombia y Venezuela, con mejor preparación y más facilidades que los nuestros, se hubieran dado gusto aquí -cual conquistadores llevándose "nuestro" oro- , porque es mentira que -dado el desorden existente en el deporte nacional- dos años sean suficientes para equiparar o superar el nivel que tiene el deporte en esos países. En vez de organizar fiestas para que otros abusen (porque nos iban a dar una paliza no un baile), debemos concentrarnos en arreglar y limpiar la casa.
Que se hayan perdido los Juegos molesta, pero no tanto. Lo que fastidia -y ya basta de eufemismos- son las malas artes utilizadas por la ODEBO y el COP, y con las cuales se condicionaba la otorgación de la sede a nuestro país: el chantaje y la amenaza. �Serán éstos nuevos valores olímpicos? Habrá que preguntarle a Jacques Rogge, jefe del COI.