Las fugas en las cárceles La Joya y La Joyita, parecen ser algo cotidiano. Antes lo extraordinario era la evasión de un recluso, pero en los últimos meses se ha convertido en algo cotidiano.
Por más explicaciones que se intenten ensayar entorno a las fallas en las propias estructuras de los penales, el asunto encierra algún grado de corrupción del personal que labora en las dos principales cárceles del país.
La Joya y La Joyita fueron construidas en instalaciones que antes sirvieron como cuarteles de las Fuerzas de Defensa, donde hoy permanecen detenidos la mayoría de los 11, 539 reclusos que hay en las diversas cárceles del país.
Se alega que las instalaciones propician la fuga, pero lo cierto es que las evasiones se han incrementado en el último año. Ya durante el 2008 unos 48 reclusos han escapado. Sin duda que es un record nada envidiable.
El gobierno invirtió hace poco varios millones de dólares en instalar cámaras de vigilancia en diversos puntos de la ciudad capital. La pregunta es porqué no se aprovechan ese tipo de avances tecnológicos para minimizar la fuga de criminales, asaltantes y narcotraficantes.
Para colmo de males, el jefe del Sistema Penitenciario revela ante los noticieros que algunos presos de alto perfil y sus abogados son los que realmente mandan en las prisiones. Ese tipo de declaraciones son desafortunadas. No se puede perder la autoridad que le confiere la ley a un funcionario.
Ese rosario de hechos ponen de manifiesto una crisis en un sistema de prisiones, que en los dos últimos años ha tenido cuatro directores, incluyendo a una viceministra. El problema persiste y constituye un Talón de Aquiles para la actual administración, ya que mal se puede prometer seguridad, cuando los maleantes se escapan cuando les pica las ganas.