En la actualidad, más de mil 200 comunidades en todo el país están organizadas en el programa de vecinos vigilantes. Esto no será la solución mágica para acabar con los robos y la delincuencia, pero para cualquier barriada o urbanización, es un paso en la dirección correcta.
En nuestros barrios los vecinos somos la primera línea de defensa. Son los propios miembros de la comunidad quienes están en la posición de darse cuenta de cualquier movimiento de personas extrañas en horas de la noche, y alertar a sus vecinos y a la policía.
Tristemente, en muchas de nuestras barriadas vivimos aislados los unos de los otros. No conversamos, no conocemos a las familias de enfrente, no tenemos sus números de teléfono ni realizamos reuniones de barriadas, aunque nuestros hijos jueguen con los hijos de los vecinos.
En horas de la noche, escuchan sonidos extraños provenientes de la casa del vecino, pero no les da ni por mirar de lejos, para percatarse de si todo está en orden. Cuando al día siguiente se da cuenta de que robaron en casa de enfrente, grita a los cuatro vientos que escuchó algo. Pero a esas alturas, de nada sirve que hable.
Algunas barriadas de personas de clase media y alta tienen el beneficio de una sub estación de policía cercana, garitas de seguridad en la entrada principal, muros perimetrales y agentes privados. Pero, �resulta prudente dejar el 100% de nuestra seguridad en manos de terceras personas? Algo tenemos que aportar nosotros a nuestras familias y a nuestros vecinos en materia de vigilancia e intercambio de comunicación.
Una barriada en la que sus miembros se cuidan los unos a los otros demuestra que se comportan como una verdadera comunidad.
Yo te cuido la espalda, y tú me cuidas la mía.
