Un poco más de la medianoche culminó la versión No.22 de la Teletón 20-30. Fue una vigilia de amor. Como siempre se cumplió y sobrepasó la meta fijada que para este año era de tres millones 20 balboas con 30 centésimos.
Desde la noche del viernes inició un derroche de talentos artísticos; de empresas panameñas y colonias extranjeras, así como del ciudadano común que con su granito de arena ayudaron a una noble causa.
Eso es lo que caracteriza al evento único en su clase en todo Panamá. Es esta época se cumplió el verdadero significado de la Navidad: compartir y dar sin mezquindad.
Fue además la oportunidad para inculcar en la familia, sobre todo en los más pequeños, los valores humanos como solidaridad, humildad, compasión y sobre todo, el amor hacia el prójimo, resaltando que aunque la cantidad de la donación es importante, el sentimiento que la mueve es aún mayor no importa lo mínima que sea.
En ese marco, hay que reconocer la ardua labor que realizó la organización de la Teletón que por muchos años se ha dedicado a recolectar fondos construyendo y organizando diversos proyectos para canalizarlos en beneficio de la niñez.
El Niño Símbolo, Julio César Camaño motivó a los panameños para hacer sus aportes para apoyar a la Sala de Quemados y Cuidados Intensivos del Hospital del Niño.
Panamá nuevamente cumplió con su compromiso de solidaridad y ojalá en otras grandes obras que el país requiera, se logre similar grado de unión entre todos los que habitan el país.
Una nación tan pequeña como Panamá tiene otras obras que merecen un esfuerzo similar en favor de los más humildes, que apenas logran ingresos para sobrevivir.