Estoy por creer que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Por desgracia en Panamá se refuerza esta sentencia tan triste cuando persiste la idea diabólica que, cada mandato que llega al Palacio de las Garzas constituye el primer día del Génesis y que el presidente será un mago de circo, que sacará del sombrero patrias nuevas.
Ustedes se preguntarán, qué de malo hicieron en algún momento de sus vidas pueblos inocentes como Cuba, Colombia, Venezuela y Panamá, para llevar sin necesidad alguna, vida de perros en misa.
La historia registra que en Cuba a partir de la colonia, desaparecieron en los primeros 150 años todos los aborígenes que poblaron la isla y que por eso pagarán en tiempo, tanto gallegos como negros el vivir tres generaciones más, después de la muerte del "caballo", sin derecho a opinar ni de lujos como: desodorantes, pastas de dientes y bolsas para la basura.
De Colombia se dice que los godos explotaron y descuidaron tanto al Istmo panameño durante 82 años seguidos, que no será después de 100 años de cumbia, que dejen de bailar y cantar con cuatro gobiernos absolutos al mismo tiempo: El Constitucional, Las FARC, Los Paras y Los Narcos.
De los venezolanos se cuenta que pasan los años estando mudos y sin entender la imponente personalidad y amor al trabajo que les heredó su dictador de lujo: Juan Vicente Gómez, al contrario, por el petróleo llegaron a tener tanta plata que se creyeron italianos (gran vaina), y todavía no abren sus bocas para defender lo sustantivo, por eso tendrán el castigo de 50 años después de Chávez, con dirigentes sordos y que no atinan cuando callarse.
Y en estas playas tan angostas en donde un crisol de razas ha formado un pueblo poco importa, chinguero, jugador de gallos, sano y despilfarrador, se sufrirá, unos tras otros, de gobiernos tan chambones como el actual, estableciéndose a perpetuidad que después de Belisario Porras, Harmodio Arias, Enrique Jiménez, Arnulfo Arias y Ornar Torrijos, no habrá mandatarios con ningún valor literario.