Templar el hierro
Templar el hierro
Todas las mañanas amanezco con el pene erecto. Eso me deja en posición de “ready” para trabar a mi mujer, ella que dice que no le doy aire y que a ella no le gusta que le llenen el tanque de “milk” temprano porque se pasa todo el día liquiando y se la siente mojada. Que le es muy incómodo porque siente que se orinó el panti.
En la noche
En eso los “manes” somos muy diferentes de las hembras porque a ella no les gustan los polvos con despertador y a nosotros la naturaleza nos llama a montar a la mami apenas nos despertamos porque el pene está como un hierro candente muy de madrugada. A las hembras les gustan más los polvos nocturnos, aunque se salen con que tuvieron un día duro de trabajo y encima tener que aguantarse una tanda de manduco, eso es el colmo.
Las casadas
La mujer cuando le pone el anillo de matrimonio al macho no solo se descuidan en su cuidado físico, se engordan, no se arreglan, andan todas descachalandradas, etc.; lo peor es que descuidan el lecho nupcional. Se ponen perezosas, no les gusta cumplir con su obligación de esposas, que es darle de comer al tigre todos los días. Y comienza el problema porque el pene anda hambriento y la calle está llena de chiquillas lisas dispuestas a todo por la plata. Esa es la tentación de todo hombre casado. No le queremos poner una asistente a la jefa, pero ella falta a su deber, y el diablo es puerco y pone a todas esas mamis buenonas y cachondas a nuestra disposición.
Un consejo, mujeres casadas
No dejen de alimentar al gorila porque muerto de hambre, casi que obligado, se busca a una chica complaciente que da el menú completo. Nada de eso de negarse a dar el chiquitín o a dar una buena mamada y esas cosas. Las pelás le entran a todo y sudan la tota con tal de tenernos contentos y satisfechos. Esposas, tienen que sudar la camiseta, para decirlo en términos futbolísticos, cada vez que se niegan a un talco con su marido lo ponen a un paso de contratar a una chiquilla para que le vacíe el tanque.