Victoria sin brillo del Real Madrid
Asensio marcó un gol y facilitó otro para que su equipo venciera al Eibar por 3-0 para recuperar el tercer lugar en la liga española.
Marco Asensio (d) celebra su gol, segundo del equipo frente al Eibar. Foto: EFE
Por: Madrid/EFE -
El Real Madrid ganó 3-0 al Eibar y sobrevivió a su propia espesura en una encuentro sin ritmo, con poco brillo y que sólo se agitó con la salida al campo de Karim Benzema, que en la última media hora dio más sentido a la victoria blanca.
Después del gasto ante el Tottenham, el cuadro madridista tenía la misión de mantener la intensidad ante un equipo menor que planteó un encuentro alejado de la racanería que provocó una actuación gris del Real Madrid hasta la salida de Benzema, halagado hasta la adoración por Zidane en la víspera y en el banquillo desde el principio.
El Eibar no aplicó el manual de todo equipo visitante en el Bernabéu: eludió encerrarse y apostó por ser valiente. Utilizó una doble estrategia, líneas adelantadas y presión. Un gesto arriesgado que sorprendió al Real Madrid, acostumbrado a encontrarse rivales que no salen de su campo esperando un contragolpe salvador.
El planteamiento de José Luis Mendilibar tardó en diluirse media hora. En ese tiempo, el Eibar, sin complejos, llegó a apoderarse del balón e incluso jugó a ratos en la parcela del campo madridista. Eso sí, después del susto inicial que recibió de Isco Alarcón, que falló un remate clarísimo en el segundo minuto.
Aunque apenas consiguió amedrentar a Kiko Casilla, el Eibar consiguió despertar los fantasmas del Levante, Betis y Valencia, equipos que este año amargaron al público del Bernabéu. Pero esta no era una jornada para otro sobresalto. Ese riesgo de Mendilibar estaba destinado a caer. Fue valiente, pero tal vez demasiado.
Por lo menos, el Eibar provocó cierta espesura madridista, que se rompió cuando apareció la cabeza de Paulo Oliveira para calmar la preocupación del equipo Zidane. El defensa del cuadro vasco saltó junto a Sergio Ramos a por un centro de Marco Asensio y en el minuto 18 se marcó de cabeza un gol en propia meta. En ese momento, la apuesta del Eibar, casi se vino abajo por completo.
El japonés Takashi Inui pudo devolver a sus compañeros a la casilla de salida, pero se vio en muchos informativos con un gol imaginario de vaselina desde muy lejos. La ansiedad de ver a Casilla adelantado pudo con la lógica de pasar el balón a su compañero Charles, que entraba como un cohete dispuesto a encarar la portería blanca.
Ese fallo del intrépido jugador nipón marcó el fin de las oportunidades claras del Eibar, que sufrió su segundo golpe en otra jugada aislada del Real Madrid. Los hombres de Zidane, con muy poco, subieron otro tanto al marcador con un buen zurdazo de Asensio tras un centro de Isco. Era el minuto 28 y el Eibar, sin merecerlo, recibió su segundo zarpazo.
El Real Madrid, sin Benzema en el once (Zidane dijo en la víspera que era el mejor "con diferencia"), y con muchos cambios (Theo, Dani Ceballos, Nacho y Asensio entraron en el once), no ofreció una imagen nítida durante el acto inicial. Tal vez, si el Eibar se hubiese encerrado, se habría estrellado por una falta de fluidez evidente.
Tal vez la ausencia de Benzema, el arquitecto ofensivo del Real Madrid, mermó las ideas blancas. Ese 2-0 fue suficiente para apuntalar la victoria en una segunda parte que mantuvo el guión. El Eibar siguió a lo suyo, a por su rival, y el Real Madrid sin encontrar el camino.
En ese desarrollo, Isco pudo hacer el tercero, pero de nuevo se encontró con el portero del Eibar, mientras que Inui reclamó un penalti de Casemiro que parecía claro. Entonces, Zidane, tal vez cansado, sacó a Benzema con media hora por delante.
El delantero francés reactivó el juego blanco y llegaron más ocasiones. Falló una Luka Modric, otra Cristiano (de nuevo peleado con el gol y con el mundo) y otra el mismo Benzema.
Pero no hubo mucho más, sólo el tanto testimonial al final de Marcelo tras un taconazo excelso de Benzema que certificó una victoria sin brillo y de trámite.
El protegido de Zidane dio la razón a su entrenador. Inició el tanto de Marcelo en el centro del campo, mostró todos sus registros y demostró que es más que un simple goleador. Y el Real Madrid acabó la noche feliz.