Acá lanzarían gatos a la Asamblea
Por: Julio César Caicedo Mendieta ColumnistaEn Colombia, al partido Centro Democrático le tiraron ratones vivos durante la plenaria del martes 11 de diciembre de los corrientes. Los del ambiente en Bogotá ven en peligro inminente a la ex hermosa laguna de Fúquene, por eso atacaron con ratones, cuando tenían que haber lanzado gatos con hambre. Acá en Panamá, los defensores del ambiente que sabemos (sacando a Juan Carlos Navarro, mi mejor amigo ambientalista), en caso tal de un ataque contra la dignidad de cualquier grupo de funcionarios que esté atentando contra la madre naturaleza, no embestirán con ratoncitos blancos de laboratorio y menos contra los señores diputados. ¡Claro que no! Pues laboran allí un número plural de honorables, sin embargo, me pregunto, para qué tirar ratas en esos salones si las ratas se comen entre ellas cuando no hay qué comer, y en la Asamblea lo que sobra es la buena comida, si no, observen lo ventrudos y rozagantes que lucen.
Ahora, en caso de que un grupo responsable de ambientalistas locales tenga presupuestado asustar con ganas a los que estén derribando todos los árboles de la zona del Canal y de otras zonas cruelmente amenazadas, yo tengo dos gatos grandes a buen recaudo capturados en la finca El Cascajal del Dr. Ibáñez cerca de Coclesito, están gordos porque se comen cuatro lagartos por semana cada uno y pesan arriba de 400 libras, el más viejo está tuerto de un escopetazo que le dieron hace años por estar comiéndose las vacas y al más nuevo y ágil como un rayo le falta la cola porque también le dieron. Yo creo que los “ingeniebrios” de nuestro país debieron advertirle al Gobierno que esas vías que están destruyendo los bosques de Arraiján debieron construirse por toda la costa pacífica desde Veracruz, pasando por Bique, hasta llegar a las playas de hierro en Monte Oscuro en Capira, claro, sin robarse un submarino japonés de la Segunda Guerra Mundial que allí descansa cubierto de arena negra negra negrísima.
Aprovecho para recomendarle a los que alimentan a los gatos en el Parque Summitt, que de vez en cuando les den colas de lagarto, antes de que estos últimos se coman a los perros de la zona o, en el peor de los casos, a cualquier puñado de locos les dé por lanzar lagartos a la Asamblea como una invitación a cambiar nuestras conciencias para algún día crecer como sociedad transformando la calidad de ideas “hombe”.