Fue un orgullo trabajar durante el gobierno de Endara

La tan cacareada ayuda económica de Estados Unidos fue un cuento de fantasía como esos que nos regaló Platón o Esopo.
Fue un orgullo trabajar durante el gobierno de Endara

Fue un orgullo trabajar durante el gobierno de Endara

Por: José Hernández González -

Todavía recuerdo esa imagen cuando fuimos a las bóvedas del Banco Nacional para cerciorarnos de la situación financiera del país. El presidente se encontró con espacios vacíos y con poco dinero líquido para enfrentar las urgencias de la nación. La tan cacareada ayuda económica de Estados Unidos fue un cuento de fantasía como esos que nos regaló Platón o Esopo.

Fue la primera y única vez que le vi una lágrima recorrer por sus amplias mejillas. Este hombre nació un día como hoy, pero en 1936. Abogado de profesión y experto en dirigir las negociaciones empresariales más difíciles. Era amigo de quienes estaban en la izquierda, centro y en la derecha. Su gobierno fue austero. Era consciente de la importancia de la publicidad y la propaganda, mas, no destinó recursos para esos fines debido a que las finanzas estaban quebradas. ¿Cómo hizo este hombre para que Panamá se recuperara en mucho menos tiempo?

Su primera acción fue heroica, sin precedentes. El uno de marzo de 1990 en la instalación de la primera asamblea durante el periodo post invasión Guillermo Endara Galimany le anunció al país y al mundo que se declaraba en huelga de hambre. A partir de esa fecha se trasladaría, del palacio de Las Garzas hacia la Catedral Metropolitana. Desde allí administró al gobierno durante 16 días. ¿Qué pretendía con esta medida? ¡Decirle a toda la comunidad nacional e internacional del abandono económico al que había sido sometida la república de Panamá? Esta decisión, que parecía insignificante produjo resultados positivos. Naciones poderosas se convirtieron en un triángulo para socorrer a la debilitada Panamá.

Endara dio muestras de sacrificio y gobernó según las circunstancias. Se deshizo de aviones de lo que antes era la Fuerza Aérea Panameña. Estimó que esos aparatos eran muy costosos y solo sirvieron en el pasado para llevar a pasear a los militares y civiles que desgobernaron durante 21 años. Frente a las carencias el presidente consideró que el alto salario que recibía no estaba acorde con el clima imperante. Todavía lo veo llegar a uno de los primeros consejos de gabinete.  “¡Señores ministros, anoche conversaba con mi conciencia y he llegado a la conclusión que debo rebajarme el salario! ¡Ustedes ganan 10 mil al mes y este servidor un poco más, sin embargo, es una aberración continuar con este salario dadas las condiciones del país! A partir de este momento solo recibiré 6 mil dólares al mes.” “¿Y cómo quedamos nosotros los ministros?”, preguntó uno. “¡Ustedes pueden continuar con los 10 mil, si así se los dicta la conciencia!”, respondió Endara. A partir de ese momento, y gracias a la posición de un mandatario consciente, los ministros quedaron en 5 mil.

Puedo narrarles varios acontecimientos donde el presidente demostró los kilates como estadista. El hombre actuó con inteligencia, mesura y comprensión, aunque en algunos casos fue superado por la inocencia como aquella foto en la que salió retratado con soldados norteamericanos. En ese momento el batallón encargado de la seguridad de la Presidencia se retiraba luego de la misión cumplida. Endara posó con ellos a solicitud del desaparecido Antonio Tony Domínguez. Fue un error del vocero desautorizado. Esa imagen la sacan los sectores de izquierda cada vez que salen a relucir los temas que se refieren a la invasión de la noche del 19 de diciembre de 1989. Fuera de ese desliz Guillermo Endara dio muestras de nacionalismo y de defensa de los mejores intereses de Panamá. En varias ocasiones utilizó un verbo encendido en contra de las pretensiones de la administración norteamericana como aquella de traer a Panamá miles de cubanos que deseaban abandonar la isla. En esa oportunidad calificó a los gringos de trogloditas. La Real Academia de la Lengua Española define esta palabra así: “Que habita en cavernas. Dicho de una persona: Bárbara y cruel.”

De ese comportamiento nacionalista nos puede hablar Ernesto Pérez Balladares. Cuando le quitaron la visa americana Endara tomó su pasaporte, y en un acto de solidaridad, lo quemó. La gente puede hablar lo que desea, pero acusarlo de entreguista y antipatria es un error. Panamá estuvo gobernada por una persona que dio la milla extra para que este país se levantara como el Ave Fénix. Demostró con pequeñeces lo grande que fue. Por ejemplo, en varias ocasiones, cuando tomé decisiones en materia de prensa, donde los gringos querían algo, Endara me dio la razón. Como aquel episodio donde pedían a camarógrafos y fotógrafos que se arrodillaran si querían filmar un evento de Fuertes Caminos. Los periodistas obstaculizaban la visión de los señorones oficiales del Comando Sur. Frente a mi decisión de que se quedaban así por lo importante de su labor, hubo gritos y forcejos, pero una voz presidencial calmó todo… “Hernández tiene razón… 

Lo acompañé, varias veces en vuelos comerciales haciendo escala como cualquier mortal. Lo vi suspender las comidas opíparas que se servían en el palacio al principio de su gobierno. Lo vi romper un cheque que le llevó la directora administrativa Ivonne Young para la compra de la línea blanca de la residencia presidencial. En su lugar mandó a traer esos equipos de su apartamento que estaba ubicado en vía Argentina. “Lo lamento Ivonne las condiciones de este país no dan para estas frivolidades”, expresó en aquella ocasión. Lo vi, junto al contralor Carles, cortar los viajes faraónicos de algunos funcionarios a quienes se les conocían como Vasco de Gama o Magallanes. Viajaban más que un avión y siempre querían llevar personal innecesario. La propia primera dama Marcela Endara fue víctima de estas medidas de urgencia que aplicaban estos dos señores.

Amigos que me siguen, sé que en este grupo habrá los que aplauden todo lo que hizo el presidente Guillermo Endara como aquellos que lo criticarán. Antes de que tomen partido para analizar estos pensamientos, les pido, por un momento, que se pongan en los zapatos de este caballero. Piensen en cómo estaba la nación, qué hicieron y cómo la dejaron. Para mí, uno de los actos más grandes lo podemos encontrar en la Patria democrática que nos legó Guillermo Endara. Había maneras de impedir el regreso del PRD al poder. Es más, cuatro asesores le propusieron esta bajeza al mandatario y su respuesta fue: “¡Aquí vamos a contar los votos y aquel que tenga, aunque sea uno de diferencia, será la persona a quien le impondré la banda presidencial! Sé que en el pasado fuimos víctima de paquetazos, imposiciones y fraudes, pero si hacemos lo mismo, caeríamos en el mismo lago de miasma estercolero al que nos sometieron nuestros adversarios.” Por esta y muchas razones considero que el edificio del Tribunal Electoral debería llamarse Guillermo Endara Galimany. Es un personaje a quien podemos considerarlo como el Padre de la democracia moderna. Gracias presidente… fue un honor trabajar a su lado y ¡feliz cumpleaños!

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