Los niños, tesoro invaluable

Por: Yadira Roquebert -

Los niños son seres que llegan a nuestras vidas, planificados o no; en un matrimonio conformado o no, para recordarnos que solo su presencia desde el vientre de su madre requiere que sus padres, familia y la sociedad en su conjunto le brinde seguridad, un desarrollo físico, mental, moral, espiritual, emocional y social, en condiciones de libertad, respeto, dignidad, equidad y justicia.

El domingo se celebró en mi Panamá el país de las oportunidades, el Día del Niño y la Niña, en otrora se conmemoraba previo al día de los difuntos, pero, por diversas razones se trasladó de fecha.

Esta celebración nos lleva a reflexionar sobre el verdadero rol de la familia, como núcleo de la sociedad, para proteger y velar por estas criaturas que nuestro Creador entrega a los padres, con el fin de hacerlos seres de bien.

Traer un hijo al mundo implica la responsabilidad de escribir con letras de oro sus primeros años de vida, donde se inicia la base de su personalidad. Que crezcan con amor y valores, que bien cimentados se constituirán en el escudo que los protegerá de las múltiples situaciones que enfrentarán, y que serán registradas en esa hoja en blanco que ellos traen cuando nacen y donde plasman sus vivencias del día a día.

Que esta fecha sea oportuna para hacer una retrospectiva sobre qué estamos aportando como adultos y miembros de una sociedad, al bienestar de nuestra niñez.

No hay un libro que enseñe a ser padres, es un rol que se hace en base a pruebas y ensayos, y que al final algunos logran cumplir, pero otros, se dejan envolver en situaciones que los lleva a la desintegración familiar, dejando que los hijos sean presa fácil de pandillas, en el caso de los varones y en las niñas, un registro más en las cifras de prostitución o madres solteras.

Amar a un hijo es un acto de gratitud por la vida, que permite que un poquito de nosotros se constituya en un nuevo ser, con defectos y virtudes, al que queremos formar igual o mejor que nosotros, objetivo que requiere cumplirlo con mucha cautela, para no llevarnos una decepción posterior.

Que esta celebración sea propicia para corregir errores y acciones que marquen a nuestros hijos; y luchar por entregarle al país, un relevo generacional preparado académica y moralmente, que lleve a buen puerto el nombre de Panamá!



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