fue condenado a pagar una multa de 50 euros como autor de una falta de vejaciones insólita.
Miguel venía de hacer la compra en un supermercado y decidió entrar en una céntrica tienda de España.Una vez en el mostrador, con tono serio y amenazante, dijo a la dependienta: "Dame todo el dinero de la caja".Al tiempo que decía eso elevó su brazo derecho.
Llevaba puesta una chaqueta y en la parte inferior de la manga, se distinguía un bulto.Por sus gestos y desafiante mirada, dejaba entrever que portaba un arma.
La dependienta abrió la caja, cogió el dinero y, cuando se disponía a entregarlo, el supuesto atracador le soltó: "¡Que no, mujer, que es una broma¡".Seguidamente, dirigió la mano hacia el bulto y extrajo de la manga una pequeña bandeja con dos patas de pollo que acababa de comprar en el supermercado.