El Museo de la Mierda; cierre su boca, abra su mente...

Si tiene la mente cerrada y la boca abierta, es mejor que vaya abriendo la primera y cerrando la segunda... No se trata de un polémico titular de Crítica.

Por: Redacción/Crítica y Agencias -

Si tiene la mente cerrada y la boca abierta, es mejor que vaya abriendo la primera y cerrando la segunda... No se trata de un polémico titular de Crítica. Se trata de los directivos de un museo que -sin ningún tipo de puritanismo y menos de una doble moral descarada- han decidido llamar a la cosa en cuestión por su nombre, tal como aparece en el diccionario de la Real Academia Española: “mierda”. Sí, el mismo término que usó Gabriel García Márquez al final de su obra “El coronel no tiene quién le escriba” y que allá es catalogado por los puritanos como “literatura” y cuando es usado en Crítica -el mismo concepto- es tachado como “vulgaridad”, es ahora un nombre oficial: Museo de la Mierda, o al menos es la traducción literal de su nombre original: “Museo della Merda”. El arquitecto, Luca Cipelletti, quien trabajó en la idea del Museo de la Mierda, afirma que el propósito es crear consciencia sobre la materia y explicar que “esto (la mierda) no es un desecho”. Jonah Goodman, quien escribió un especial para Quartz sobre el Museo de la Mierda, planteó que el excremento es un tema en el que nadie quiere pensar. Sin embargo, es uno de los problemas más graves que enfrenta el mundo hoy en día. Aseveró que “un niño muere cada 15 segundos debido a la falta de saneamiento adecuado. La diarrea causada por ingesta de heces causa más muertes que el VIH, la tuberculosis y el sarampión juntos. Y casi dos tercios de la población mundial no tiene acceso a un retrete”. ORIGEN El Museo de la Mierda fue creado por Gianantonio Locatelli, un granjero y coleccionista de arte cuya granja de Castelbosco, al suroeste de Piacenza, en Italia, tiene 2,500 vacas lecheras capaces de producir la leche necesaria para hacer 130 ruedas de queso Grana Padano todos los días. Sin embargo, el gran mérito de Locatelli es haber aprovechado los kilos de heces que sus vacas excretan por día. El autor del escrito, Goodman, detalló que “las vacas también excretan una vasta cantidad de mierda -al menos 30 kilos por día-. En conjunto, su depósito diario de de estiércol llenaría un salón de clases desde el suelo hasta el techo, y pesaría tanto, que si fuera cargado en un Boing 737, el avión no podría despegar de la pista”. Esa cantidad que no sólo resulta problemática para limpiar: también se ha demostrado que es considerablemente contaminante, así que Locatelli decidió hacer algo con ella. Desde 2008, Locatelli y muchos otros agricultores de la región instalaron un generador de biogás que convierte el metano de los excrementos en electricidad. Pero esto resuelve apenas una pequeña parte del problema. Así que Locatelli, aplicando una nueva tecnología, comenzó a hacer plástico extrayendo la urea de los desechos. También hace ladrillos de construcción compuestos en un 90% de heces, los cuales ha llamado ingeniosamente “merdacotta”. Sin embargo, la iniciativa de Locatelli de reciclar los desechos fisiológicos de sus vacas no termina allí. En 2011, Locatelli le pidió al artista británico David Tremlett que convirtiera el sitio en una monumental obra de arte. Así, junto con el trabajo del arquitecto Luca Cipelletti, nació el “Museo della Merda”, un espacio donde se puede mostrar al público cómo los desechos se aprovechan hasta el punto en que no se desperdicia nada.

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