La edad es sólo un número. La cantidad de años que tengamos no nos hace más inútiles, inservibles, despreciables o feos. Pero algunos acomplejados por ahí se lo creen.
Cualquier pata de gallo en los ojos los trauma. Si se encuentran una cana en el espejo es como si vieran al mismo diablo. Y cuando llega la fecha de su cumpleaños, les entra una depresión como si les hubiesen dado la noticia de que se les murió un familiar.
El proceso de envejecimiento es algo totalmente natural. Todos en esta vida cumplimos con un cliclo y -si tenemos suerte- llegaremos a viejos.
El temor al envejecimiento tiene más un componente estético que otra cosa. Muchas mujeres y no pocos hombres también, le tienen pánico a dejar de lucir como quinceañeras
os, porque en la cultura occidental de hoy en día, ser viejo es no estar en nada.
Entonces, se dedican en cuerpo, alma y mente a comprar todas las cremas, hacerse todas las cirugías y someterse a los más tortuosos tratamientos para así tratar de "engañar" al padre tiempo. Para algunos, esta carrera contra la edad se vuelve una obsesión personal.
�Pero por qué algunos envejecen con gracia y otros no? No siempre tiene que ver con una genética privilegiada.
Qué pesa más en nuestra imagen: �tener 60 años, o haber pasado 45 de esos años fumando, bebiendo y desvelándose sin hacer ejercicios?
Lucir más joven de lo que uno es no implica necesariamente belleza y atractivo. Se trata de llevar una vida sana, tanto física como mentalmente.
Y esto último implica vivir contento con uno mismo. No andar estresado y deprimido porque uno no se ve como la estrella de la televisión (que por cierto, les retocan todas las fotos en las páginas de revistas).
