Mientras muchas personas luchan por mejorar su condición de vida, ideando proyectos, estudiando y organizándose para el futuro, los pesimistas se dedican a decirle a todo el mundo que tantos esfuerzos no valen nada, y que mejor nos queremos como estamos.
Parece que la única satisfacción de estos individuos es tratar de sabotear los esfuerzos de los demás, esperando que tengamos cualquier tropezón para escupirnos un denigrante "te lo dije".
Parece que se deleitaran cuando algo no le sale bien a la gente que se esfuerza por sobresalir y mejorar.
Pero si hay algo que debemos evitar, es hacerle caso a los pesimistas, porque de lo contrario, quedaremos acompañándolos en el mismo pozo de mediocridad y pesimismo que ellos se han cavado, y en el que pretenden meter a todos los que los rodean.
En nuestros barrios populares aún hay muchos jóvenes que desean dejar a un lado los vicios, dedicándose a estudiar para salir de lo que ellos mismos llaman "el ghetto".
No solo tienen que combatir las tentaciones, las distracciones y los peligros inherentes a pensar diferente al resto, sino también deben resistir la avalancha de comentarios negativos, provenientes de gente que no está dispuesta a hacer los sacrificios necesarios para avanzar ellos mismos.
Si tenemos un fracaso, ellos se reirán y se burlarán de nosotros. Pero los que están conscientes del peligro que implica vivir como mediocres saben que no pueden detenerse.
�Por qué uno tiene que conformarse con la vida propia? �Por qué no podemos tener sueños? �Por qué no debemos luchar hasta el fin por lo que anhelamos? Porque vale la pena, y rinde frutos duraderos.
Esto es lo que no entienden los pesimistas. Pero allá ellos. Cuando hayamos logrado nuestras metas, ellos mismos volverán hacia nosotros para pedirnos favores.
