Hasta los niños que ven esas series detectivescas que pasan por la televisión saben que, cuando se captura a un delincuente, deben existir pruebas suficientes para incriminarlo y guardarlo en el calabozo. La Policía Nacional no parece entender el asunto porque -para desgracia de la sociedad- los pandilleros que capturaron con bombos y platillos tuvieron que coger calle.
Luego del cambio de estrategia adoptado por el Ejecutivo como mecanismo para acabar con la inseguridad que se respira en cada esquina, la Policía ha salido a cazar a los delincuentes a los barrios calientes. Parecen jugadores de fútbol novatos: todos detrás del balón, sin estrategia de equipo para anotar el gol y no dejarse ganar del equipo contrario.
Las redadas parecen más bien un plan de marketing que venden la idea de que se está trabajando, cuando la estrategia debe ser integral. De nada valdrán los esfuerzos para "peinar" San Joaquín, El Chorrillo, Curundú y los demás sectores donde reina la delincuencia. Hay que revisar las razones por las cuales han tenido que soltar a delincuentes capturados.
El esfuerzo se desvanece cuando se captura y se libera en menos de 48 horas a los infractores de la ley. �Para qué correteamos matones si al ratito tenemos que soltarlos?, se preguntan muchas unidades de la Policía Nacional que consideraran que el sacrificio de dejar a sus familiares para trabajar dobles jornadas fue en vano.
Seamos más inteligentes que los matones. Si vamos a "peinar" a las zonas rojas, entonces procuremos que ninguno regrese a su madriguera y se abastezca de más municiones y sobre todo odio a una sociedad que no le permite desenvolverse en un empleo alejado del crimen.