Los panameños son campeones del disimulo. Saben de todo pero a la hora de la verdad, no saben nada de nada.
Acerca de esta "cualidad a la panameña" me comentaba una joven que una vez necesitaba el teléfono de una amiga porque su número se le había extraviado. Por supuesto preguntó a los más allegados a la amiga en común. La mayoría no sabía el número o se les había olvidado, y otros no podían dárselo en ese momento.
Ella se asombró porque algunos de vez en cuando llamaban a la amiga mutua para preguntarle hasta de la vida privada de la otra.
La suerte que un día cualquiera se la encontró y pudo obtener el teléfono de la joven.
Este es un caso sin importancia de la fiebre del disimulo que padecen muchas personas. Pero a veces se dan situaciones en que puede ser una emergencia o algo muy grato y usted se estrellará con la frase "�no sabía, qué novedad!"
Actuar en esa forma no contribuye a valorar la honestidad, sino a fomentar la hipocresía. Mentir de puras ganas para negar a otras personas es una práctica creciente entre los panameños.
Es incómoda para quienes sufren este ataque. Muestra con claridad el sentimiento de la envidia que anida en el ser humano.
Incluso algunos demuestran sufrir un grave complejo de inferioridad. Hay sicólogos que señalan que la envidia sencillamente es complejo de inferioridad.
El envidioso no se siente capaz de poder realizar o poseer lo que ha logrado el sujeto de su envidia.
Entonces muchos deciden disimular, pensando que los demás no se darán cuenta que su actitud responde a uno de los males más viejos que se conocen. En la Biblia, Caín mató a su hermano por envidia... y después trató de disimular ante Dios (pero de nada le sirvió).