El primer ministro de la República Checa, Mirek Topolanev, se ha sumado ayer miércoles, al boicot de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, una posición que no han rechazado otros países occidentales, pero a la que sólo se han adherido ya de manera clara los dirigentes checos y polacos.
El resto opta de momento por la fórmula de "no descartar", de aplazar la decisión, de "dejar todas las puertas abiertas" o de adelantar ausencias "por problemas de agenda" o por no tener costumbre de presenciar ese acto en directo.