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Otra maravilla de la creación

Hermano Pablo | Reverendo

Luego de intensas negociaciones que se iniciaron en la década 60, el 26 de abril de 1973 Brasil y Paraguay firmaron el Tratado de Itaipú, con el que aprovechaban al máximo el potencial hidráulico del río Paraná. De ahí que en mayo de 1974 se creara la empresa binacional Itaipú con el fin de construir y posteriormente administrar una central hidroeléctrica con un régimen jurídico único en el mundo, ya que sería regida por el tratado mismo y por las normas del Derecho Internacional Público.

La construcción se llevó a cabo en seis fases entre 1975 y 2006. Antes de la cuarta fase, en la que en mayo de 1984 Itaipú comenzó a generar energía, fueron necesarias la excavación del canal de desvío del río Paraná; la construcción de la represa de roca; la instalación del patio industrial; la ejecución de la estructura de control, de las ataguías principales y del efectivo desvío del río desde su lecho natural; la construcción de la represa principal, de la represa lateral derecha, de las represas de tierra y de roca, del vertedero, de la casa de máquinas del lecho del río y de los montajes electromecánicos; el cierre de las compuertas de la estructura de control de desvío; la formación del embalse, y la apertura del vertedero.

Más de cuarenta mil obreros trabajaron en la construcción de la central. Con el volumen de hierro y de acero que utilizaron, pudieron haber construido 380 Torres Eiffel; con el volumen de hormigón, quince veces mayor que el utilizado en el Eurotúnel, pudieron haber construido 210 estadios de fútbol.

Cada una de las veinte unidades generadoras de 700 megavatios produce lo suficiente para atender todo el consumo de electricidad de una ciudad de casi dos millones de habitantes. Su potencia total de catorce mil megavatios es más que suficiente para satisfacer una cuarta parte de las necesidades eléctricas de Brasil y un noventa por ciento de las de Paraguay.

�Con razón que en 1995 la revista Mecánica Popular distinguiera a Itaipú como una de las siete maravillas del mundo moderno!

Con todo, Itaipú no es más que una creación del hombre, que es, a su vez, una creación de Dios. Es decir, le debemos a Dios, indirectamente, tanto la maravilla que es Itaipú, como le debemos, directamente, la maravilla que son las Cataratas del Iguazú. De ahí que no podamos menos que exclamar, en las palabras del salmista David: ��Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas!�



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