Las obras que cumplen una función social de impostergables resultados son recordadas perennemente y compensadas con la etiqueta del agradecimiento. Han transcurrido algunos días de haberse inaugurado una producción que eliminó la salida de la muerte famélica de sus escondrijos oscuros y siniestros, dando un corte trasversal al peligro que por muchos años se había posesionado de la encrucijada de esta floreciente urbanización del corregimiento de Juan Díaz.
Ese día se dio el compromiso nupcial del deber con la satisfacción en el amplio escenario donde se exhiben las alegrías que embargan la gratitud en complemento con los gestos inmortales. Esta obra tiene el brillo extravagante que adorna toda belleza, donde se siente esa conmoción que asoma a manera de especulación que provoca todo suceso impresionante.
Son treinta altos que tiene cumplidos la comunidad y en este lapso de tiempo los escrutinios inseguros de la duda que exigen sentar segundos en la vida se llevaron a muchos hombres y mujeres, para los parajes sombríos de la eternidad. Hechos que no se pueden borrar a costo de no poderlos resucitar. Los acontecimientos dolorosos son evitables si las curaciones convenientes se reciben a buena hora. Es muy hermoso ser un ente emprendedor, venga la iniciativa del Gobierno o bien de la empresa privada, tanto plausible también como de protector con decisión. Cuando se compensan las necesidades nos hemos sometido a la razón.
De la voluntad de las personas inteligentes, esperamos lo mejor, porque ellas se informan, aumentan y tributan sus ideas que sirven de puntos de apoyo para que se den los hechos lógicos, en cambio con lo que antes era visión, son llevados a los argumentos básicos en el cerebro humano que analiza en incuestionables términos los sucesos diarios. Altos de las Acacias amaneció con un paso elevado, anestesiando la infame guadaña infernal, evidenciando resistirse en retirada, ni ausentarse por ningún motivo,- como el misterio que concentra la reverberación de todos los enigmas.
